Un gemido disgustado escapó del chico al sentir como el hombre se apartaba un poco. Estaba por convertir en palabras su queja, pero al ver lo que hacía el vampiro, decidió que ser paciente tal vez no era algo tan malo.
Jisung se incorporó quedando de rodillas entre las piernas del chico. Pasando por sobre la cabeza los pedazos de la camisa, dejó ver su dorso desnudo. Si fuera humano tendría que tener las marcas de la pelea con los otros vampiros, pero ya estaba totalmente sano, solo su ropa daba testimonio de lo cerca que estuvo de dejar este mundo.
El más joven dejó escapar un suspiro necesitado, mordiendo su labio inferior se hizo un poco de sangre. Los ojos oscuros del vampiro estaban surcados por vetas rojas que recordaban que el tipo no era un niño de jardín de infantes.
-No provoques -habló creyendo necesario aclarar el punto-, ya te deseo lo suficiente. Mi control pende de un hilo muy fino.
Jaemin asintió con un leve movimiento de cabeza. Contener al lobo le estaba siendo difícil también.
-No te tardes mucho.
Poniéndose de pie el vampiro se deshizo de los putos pantalones, el pene del hombre estaba totalmente erecto, una dura barra de acero enfundada en delicada piel rosada. Sin apartar los ojos del lobezno, El Oscuro acarició con su mano derecha su falo mientras con la izquierda jugaba con sus bolas.
-Prepárate para mí.
El rostro de Jaemin amenazaba prender fuego de lo caliente que sentía sus mejillas.
-No tengo lubricante -aquello era demasiado vergonzoso. De pronto fue consciente de su descarada situación.
La sonrisa del Oscuro se formó lenta, casi rayando en lo cruel.
-Usa tu imaginación, pequeño sinvergüenza.
Él era un lobo, en su naturaleza no estaba el ignorar un reto cuando este era lanzado. Aunque estaba su rostro teñido de rojo, no apartó la vista en ningún momento. Poniendo ambas manos en la parte de atrás de sus rodillas, se abrió dejando que su amante disfrutara de la vista. Sabiéndose deseado acomodó sus piernas lo más alejada una de la otra que pudo.
-Hazlo -animó el vampiro.
El lobo dentro de Jaemin se asomaba tras los ojos claros del chico. Llevando dos dedos a su boca para mojarlos con saliva, permitió que el hombre que se masturbaba tuviera un buen material para llegar al gran final. Cuando estuvo seguro de tener los dedos suficientemente lubricados, los llevo por el camino tras sus testículos.
-Lo haces bien -felicito el vampiro-, sigue así y me tendrás.
Tomando valor de la mirada hambrienta de su compañero, introdujo el primer dedo dentro de su ano. Echando la cabeza hacía atrás se sintió caer en una vorágine de sensaciones que no alcanzaría a entender del todo ni aunque quisiera perder el tiempo en eso. Un gemido profundo escapó de Jaemin, la entrada dilatada pedía ser llenada con algo un tanto más grueso y más largo que un par de escuálidos dedos.
Al introducir un tercer dedo Jaemin sintió que estaba llegando más allá de su límite, mordiéndose los labios trato de silenciar sus quejidos.
-Déjame hacerlo a mí -El Oscuro se arrodilló entre las piernas abiertas del chico-, de ahora en adelante seré yo el encargado de tu placer.
-Te deseo -jadeo más que hablar-. Mis dedos no son suficientes.
Las manos grandes del Oscuro sostuvieron las delgadas caderas evitando que Jaemin se empalara a sí mismo haciéndose daño.
-Tranquilo, cachorro -besó la boca entreabierta-. Tu trabajo será disfrutar.
A Jaemin le hubiera deseado gritarle qué le dejara de tratar como si él fuera una muñequita de cristal, que lo jodiera de una puta vez. Las manos grandes del vampiro tomaron la carne firme del trasero de su amante y masajearon golosas. Sin más juegos previos El Oscuro comenzó a puntear la entrada que ya estaba bien dilatada.