—Se llama Jisung—protestó Jaemin— ese es su nombre.
—Lo siento —el vampiro rubio sonrió apenado—. Nunca pregunté cómo se llama en realidad.
—Ahora lo saben —se abrazó a sí mismo—. Tengo un mal presentimiento.
Donghyuck se puso de pie hasta quedar junto al lobezno
—Somos vampiros, somos tu manada ahora —le rodeó con los brazos tratando de consolar al más joven—. Nuestros compañeros no son criaturas indefensas, ellos podrán defender el aquelarre.
—¿Y si no son suficiente? —se levantó de la silla Renjun—. Salgamos por la puerta de atrás y veamos qué pasa.
El que siempre era la voz de la acomedida razón le dedicó una mirada evaluativa a sus congéneres.
—Supongo que si siguen golpeando así las protecciones, no durarán mucho —Renjun y Jaemin asintieron con un leve movimiento de cabeza—, esperaremos un rato y luego saldremos.
Un nuevo impacto en las barreras hizo vibrar el aire llenándolo de estática, el silencio que le siguió fue ensordecedor.
—Cayeron —anunció Jaemin sintiendo como toda su piel se erizaba—. La mansión está abierta.
Donghyuck se llevó ambas manos al pecho, como si intentara proteger su propio corazón.
—Johnny es el garante de la barrera —balbuceó sintiendo como si el alma se le escapara del cuerpo.
—Él está bien —fue el turno del lobezno de darle ánimos al pelirrojo—. El Patriarca es un hueso duro de roer.
—Eso espero —un escalofrió recorrió su espalda.
—Teníamos pensado salir de todos modos —sacó a los otros dos de su estupor—. Si alguien tiró a bajo las barreras no le será difícil encontrarnos aquí.
—Si nos quedamos seremos presas fáciles —estuvo de acuerdo Jaemin.
Dentro de la misma habitación abovedada, tras un estante donde había suministros médicos básicos, estaba la salida que les llevaría por un largo túnel subterráneo. Donghyuck lideró el camino, como el mayor de los tres, había sido el que ayudó a su compañero a planear lo referente a esa salida de emergencia. El pasillo era estrecho y sin iluminación, el espacio apenas permitía que un solo hombre de buen tamaño pasara por allí.
—¡Qué bueno que ninguno de nosotros es claustrofóbico! —se atrevió a bromear Jaemin.
—Y no olvides el lindo detalle de la oscuridad —se quejó Renjun—. Esto me esta asustando hasta las pelotas.
—Es lo mejor para evitar que nos embosque un grupo grande de hombres —repitió lo que tiempo antes le explicara Johnny—, esto permite que unos pocos logren defenderse de una cantidad mayor.
—A veces me preocupas —gruñó Renjun—. Se te está pegando lo pomposo de Johnny.
Los tres rieron, era bueno pensar en otra cosa por un rato.
—Este lugar es un maldito laberinto —habló el lobezno luego de doblar por quinta vez.
—Ya casi llegamos —anunció Donghyuck, sus sentidos sobrenaturales les permitían sentir la entrada de aire fresco. No tardaron más de algunos minutos cuando se encontraron con una roca enorme que les bloqueaba el paso—. Ahora solo tenemos que moverla y estaremos fuera.
El aire fresco de la noche les recibió, la luna era un cachito en el cielo, apenas visible entre las nubes negras.
—¿Dónde estamos? —preguntó Renjun.