Jaemin caminó hasta la trampilla escondida tras la imponente escalera del recibidor. Tras su espalda le seguía Jeno, el gran hombre llevaba su mejor porte de: te-patearé-el-culo-solo-por-pasar-el-rato.
El sonido que hacían sus propias pisadas sobre los duros escalones en descenso, solo lograban que su corazón latiera con más prisa. En el sótano estaba el lugar donde su compañero permanecía encerrado.
Después de hablar con los vampiros, estos le acabaron convenciendo de un plan bastante loco. Tomando en cuenta que su emparejamiento estaba rumbo al despeñadero, no hacía gran problema el que posiblemente estuviera adelantando el desenlace.
El sótano de la mansión estaba iluminado por bombillas eléctricas cuyo brillo no era molesto a la vista. El aire acondicionado mantenía el lugar en una agradable temperatura media. Los pisos eran pulidos y el techo tenía cierto encanto si se tomaba en cuenta las vigas desnudas. Varias jaulas de metal reforzado estaban acomodadas en el espacioso lugar, ese detalle era lo único que recordaba que la idea era que fuera una terrible mazmorra. Error del patriarca al pedirle a su pareja Donghyuck que acondicionara el lugar para tales usos. El chico no tenía un hueso cruel en todo el cuerpo.
Al poner los pies en el piso del sótano, se dio cuenta que no había marcha atrás. Sobre un camastro estaba recostado El Oscuro, el hombre ni siquiera se inmutó por la presencia de los recién llegados.
—¿Puedes dejarnos solos? —pidió Jaemin a su guardaespaldas provisional—. Él está encerrado y no creo que el hechizo en las jaulas lo deje escapar.
Jeno estaba a la espalda del lobezno, el ceño arrugado y la espada siendo acariciada por su mano.
—Ese hijo de puta no juega limpio —fueron las directas palabras del vampiro—. No voy a arriesgar a que Renjun me corte las pelotas solo por dejar que ese "maldito" te hable mal.
Jaemin gruñó molesto sin darse la vuelta para mirar a la cara a su interlocutor, realmente le molestaba que lo trataran como a un niño.
—Cuando pudo no me lastimó —quiso dejar zanjado el asunto—. Ahora quiero uno minutos a solas. No me puedes negar eso.
El vampiro camino hasta la jaula, tocando los barrotes sintió la energía del hechizo, estaba intacto.
—Solo te pido que no te acerques a los barrotes —advirtió dedicándole una mirada preocupada al chico—. No puede escapar pero podría sujetarte a través de los barrotes y hacerte bastante daño.
—Tendré cuidado —dejó salir un suspiro cansado—. Lo prometo.
—Está bien —diciendo esto Jeno se dirigió a las escaleras que le llevarían a la superficie. Él también tenía asuntos que resolver con su propia pareja.
El silencio envolvió a Jaemin cuando el sonido de las pisadas se perdió, ahora estaba solo con su vampiro secuestrador.
—¿Estás bien? —a la larga saber eso era lo que le había traído allí.
Los lobos eran rápidos, pero la velocidad con la que se movió El Oscuro tomó por sorpresa al lobezno. En un momento estaba tirado en el camastro y al siguiente estaba junto a los barrotes de la jaula. La mirada del vampiro era helada, como dos piedras oscuras.
—¿Qué vienes a hacer aquí, perro?
Jaemin abrió y cerró la boca como un pez fuera del agua, al cabo de unos segundos se recuperó de la impresión.
—¿Fuiste tú quién me secuestro desde un principio? —se sentía tan dolido. Todas las pistas apuntaban a eso, pero al ver como él le miraba, supo que preguntar era un mero trámite.