Luciana jamás había sentido que los días pasaran tan rápido casi como que saltando las hojas del calendario, seguramente porque tenía asuntos en su cabeza como los estúpidos preparativos de su boda, justamente ese día tenía la cita con el diseñador de su vestido; siendo sincera con ella misma lo que menos quería era pensar en eso pero había considerado, analizado y llegado a la conclusión de que su vida tenía que seguir marchando tal cual como si nada.
Como si nada hubiese pasado, aunque sea la mentira más grande de su vida.
Ese día en la noche antes de dormir, había tomado la decisión de continuar con sus planes de boda, fingiendo mostrarse interesada, animada y quizás entusiasmada y sintiendo algo que no estaba en ella, montando una mentira.
Y era mentira porque todo había cambiado desde el día que Juan Díaz había ingresado a su vida haciéndola vivir, experimentar y conocer un verdadero sentimiento abarcando ternura, pasión, deseo, anhelo, cariño y un sinfín de emociones más como el amor...
Pero...
Malditos peros que siempre existen en la vida.
No podía, no debía y no tenía que sentir nada por él. Estaba en un error; el error más hermosos de su vida. Pensó.
Tenía toda la semana esquivando a Juan, no quería hablar con él, que se le acercase o dijera alguna palabra porque sabía de antemano que solo con mirarlo todo se vendría abajo. Sentía tantas cosas que no lograba siquiera controlar, pero quizás y eso fuese lo mejor que ella lo esquivara, así quizás todo podría volver a la normalidad.
A lo que se supone ella denomina normal.
Una vida remotamente aburrida, sin emociones, sin experiencias, sin sentido emocional lógico.
Su jornada de trabajo había terminado hace ya más de treinta minutos, toma sus pertenencias y sale de su oficina, había dado por terminado el día además tampoco quería encontrarse con el dueño de esos ojos azules que con solo mirarlos la paralizan.
Juan se dirigía con prisa hacia la oficina de Luciana desde el día de la fiesta de Carlos no habían hablado más, no atendía sus llamadas, sus mensajes y lo esquivaba efusivamente lo cual entendía... sabía perfectamente porque ella estaba así, la comprendía. El hecho de que él llegase con su esposa en la fiesta había cambiado todo de forma radical así como cuando inesperadamente ella lo beso justamente cuando Luciana se marchaba.
Todo había salido tan jodidamente mal que no sabía exactamente como remediar toda la situación, tan solo quería acercarse disculparse y explicarle todo. Pero Luciana podía ser muy testaruda cuando se lo proponía.
Camina rápidamente doblando a la izquierda hacia la oficina de ella, observo entonces como ella caminaba en dirección a la salida. Tal y como lo supuso, ella llevaba toda la semana esquivándolo lo cual lo hacía sentir extraño, él no era el tipo de hombre que estaba detrás de ninguna persona de hecho era muy orgulloso pero necesitaba tener las cosas claras con ella. Luciana se había convertido en una chica especial en su vida y no quería perderla.
Mierda... pensó para sí mismo, había llegado tarde intenta alcanzarla, la llamo pero ella lo ignoro. Al llegar a la entrada del instituto universitario ella se detuvo observa como habla con alguien extrañado se acerca más permitiendo así ver la figura de un hombre que le hace compañía.
-¿Luciana?-le llama, no conoce a ese hombre. Ella gira levemente y lo observa sin emoción aparente quizás, pero sabe que está fingiendo aparenta ser fuerte y dura delante de él.
-dime-responde tratando de sonar indiferente mientras muere por dentro y siente su corazón latir con fuerza, no obtiene respuesta, fija sus orbes cafés sobre los azules de Juan que la miran sin entender lo que pasa, entonces en un segundo ella entiende-Matt-llama mientras le mira por encima del hombro- él es Juan un compañero del trabajo, Juan él es mi prometido Matt.-presenta con formalidad a ambos hombres. Curioso Juan fija su mirada sobre el chico quien estrecha su mano mientras él acepta el saludo.
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Prohibido Amarte.
RomanceDicen que, existe un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar, circunstancia o situación. Ese hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar pero nunca, jamas se romperá. Cuenta la...