Una semana había transcurrido de forma rápida y todo marchaba relativamente normal. Casi normal, Luciana se sentía encantada en esa semana juan se había acercado más a ella, se mostraba atento a ella, la buscaba para conversar en sus ratos libres o en cualquier momento que la encontrase sin nada que hacer y ella también había hecho lo mismo en más de una ocasión.
De hecho, habían iniciado una especie de amistad en la que cada uno estaba cerca del otro cada que se podía, algo muy extraño para dos personas con sus vidas; vidas que ninguno de los dos se había atrevido a comentar. De hecho ninguno sabía nada del otro lo cual hacia que sus mentes se taladraran con miles de preguntas, preguntas que no sabían si era correcto tener la respuesta.
Luciana estaba centrada en sus laptop terminando de realizar un informe psicológico acerca de un alumno; pero le estaba costando terminar el dichoso documento.
¿La razón?
Su puerta estaba entre abierta accediéndole la vista a cierto profesor de computación que estaba en el pasillo, ella no podía ni siquiera dejar de mirarlo desde que él se había sentado en la dichosa banca ella no podía evitar desviar la mirada más de una vez para observarlo, detallarlo y admirarlo en silencio.
Pero lo que ella tampoco sabía es que él estaba allí a propósito, se había sentado allí para mirarla también. No podía evitarlo, de hecho ninguno de los dos podía evitarlo, pero sus miradas no se cruzaban.
No.
Cada uno detallaba al otro cuando algunos de ellos no lo observaba.
Que estúpido de ambas partes, querer negar lo que a ciencia cierta está naciendo sin siquiera buscarlo, simplemente por azares de la vida, del destino o de la casualidad. Un sonido de exasperación sale de los labios de Luciana quien se queda mirando la pantalla de su portátil.
-¿ocupada?-pregunta imprevista que le hace dar un pequeño salto de impresión sobre su asiento, frente a ella estaba juan mirándola detenidamente. Sus ojos tan brillantes y llamativos la cautivaron una vez más. ¿En qué momento se había levantado de la banca y había ido en su dirección?
-no, la verdad no... -refiere reincorporándose-¿y tú que tal? ¿Terminaste tus clases?
-sí, hace rato...tengo tiempo libre-dice mientras toma asiento frente a ella. Le divertía tanto observar como él le causaba nervios.
-entiendo-susurra, se queda callada unos segundos y luego mira esos ojos tan hermosos que nunca se cansaría de admirar-¿puedo hacerte una pregunta?-dice repentinamente, juan la mira con duda pero asiente dándole una respuesta afirmativa-¿Qué edad tienes?
-¿esa es tu pregunta?-no pudo evitar reír y parecerle tonto, por un momento pensó que le diría otra cosa más.-30.-dice con naturalidad, mientras Luciana le ve anonadada sin poder creer su respuesta.
-¿30?-cuestiona aun sin tomar en cuenta lo que él le ha dicho.-no pareces de 30...pensé que tendrías al menos 27 años.-explica dentro de su incredulidad.
-supongo que no los demuestro-le responde tratando de restar importancia al asunto de su edad mientras una tenue sonrisa se dibuja en sus labios.
-no... Es que de hecho no, te vez tan joven...bueno lo eres, pero no se te ve tan adulto...te ves bien, es decir, no pareces de 30-la situación es incómoda para ella quien mientras habla tartamudea tratando de no decir que simplemente le resulta hermoso, atractivo y muy llamativo; mientras él tan solo la observa divertido notando como busca alguna excusa para obviar lo que intenta decir, estaba nerviosa él lo sabía lo pudo notar por su respuesta.
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Prohibido Amarte.
Любовные романыDicen que, existe un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar, circunstancia o situación. Ese hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar pero nunca, jamas se romperá. Cuenta la...