Sus besos eran urgentes, deliciosamente urgentes e intensos haciendo que a Luciana se le nublara su sentido común, lógico y racional como cada vez que él la besaba de esa manera con anhelo, con deseo, con pasión... sintió como las manos de Juan viajaban por sus piernas mientras escalaba lentamente por su cuerpo hasta lograr su cometido: retirar su vestido. Dejándola solo en ropa interior, expuesta siente como sus mejillas se encienden observa como él se quita su jeans quedando en la misma posición que ella, en ropa íntima.
Se arrima nuevamente a ella mientras continua besándola esta vez con más ímpetu, ella dejándose llevar rodea su cuello con sus brazos atrayéndolo más hacia sí; lo deseaba tanto pero a la misma vez sentía miedo, nervios, ansiedad lo sabía pues su corazón latía con una fuerza sobrehumana a la par de sus piernas que temblaban tenuemente. Él deja sus labios la mira fijamente logrando que ella se pierda en sus hermosos ojos azules resplandecientes llenos de deseo, entonces siente como él abre sus piernas para posicionarse entre ellas disponiéndose a besar su cuello jugueteando allí un rato logrando que sus sexos rozaran a través de las finas telas que los cubrían.
Un leve gemido sale de los labios de Luciana, muerde el interior de su mejilla cuando su cuerpo recibe el roce de la parte intima de su amado. Siente como el calor se apodera de su cuerpo incendiándolo poco a poco con cada beso y cada roce entre ambos.
Cansado de su cuello, Juan retira el encaje que cubría los pechos de la joven que yace bajo su cuerpo, observa como ella se siente cohibida ya que al retirar la prenda de encaje automáticamente Luciana cubrió sus pechos con ambas manos. No puede evitar sonreír. Le encantaba esa faceta de ella, esa pena, timidez y cohibimiento que ella manifestaba cada cuando él hacía algo con su cuerpo, pero lo que más le encantaba era el motivo de ese sentimiento; sabía perfectamente que ella actuaba de esa manera porque él era el primero hombre en verla en ese estado lo cual le fascinaba de sobre manera eso.
-¿para qué te cubres? Si ya te he visto.-le susurra mientras retira ambas manos dejándole acceso directo a ese par de perfecto tamaño para sus manos, como si de un dulce se tratase arremete hacia ellos.
-ha...-gime levemente Luciana al sentir los labios de Juan sobre su pecho, arquea su espalda sintiendo como una electricidad invade su cuerpo. Le encantaba todo lo que él estaba haciendo con ella, siente como el baja llegando a su ombligo besando cada costado observa cómo se levanta ella lo mira mientras él coloca ambas manos al costado de su braga de encaje retirado la prenda suavemente ante su atenta mirada.
Sabía perfectamente que Luciana estaba nerviosa lo podía notar pero quería y necesitaba de ella en esos momentos, ¡lo estaba enloqueciendo! Necesitaba hacerla suya, quería hacerla suya y lo haría. La miro detalladamente desnuda frente a él acostada en esa amplia cama con su cabello esparcido a su alrededor dándole un toque inocente e ingenuo, no pudo evitar excitarse aún más de lo que ya se encontraba
-por fin te hare mía...-su voz ronca llena de deseo hace que ella sienta algo en su interior, un calor interno en su pecho y en su cuerpo.
Él retira la última prenda que cubría su masculino cuerpo Luciana fija sus orbes sobre los de él su mirada intensa y penetrante; con algo de cohibimiento se atreve a mirar hacia abajo, al hacerlo observa aquel amigo grande haciéndole tragar grueso ¿todo eso entraría en ella? Retira sus orbes cafés de allí fijándolos sobre el rostro de Juan. Nota como él se acerca a ella mirándola con deseo, pasión, lujuria y anhelo sus ojos azules estaban claros, brillantes, atrayentes haciéndola cautiva de ellos, como si algo en su mente le indicara que hacer abre sus piernas mientras él se posiciona entre ellas.
Siente como los nervios se apoderan de su ser, sus piernas aun tiemblan, su corazón parece querer salir de su pecho él la mira fijamente mientras dirige su miembro erecto hacia su entrada, ella siente como él va entrando poco a poco dentro de ella entonces sintió dolor, tapa sus labios con la palma de su mano sabía que dolería pero no pensó que sería tanto. Con cuidado sintió que él salía de ella y entraba nuevamente despacio con el fin de quizás no dañarla, ella abre sus ojos mira al dueño de esos orbes hermosos que ama y nota como él la está observando detalladamente, sin previo aviso atrapa las manos de ella entre las suyas enlazándolas apretándolas con fuerza sin advertencia la enviste de una estocada haciendo que un quejido de dolor salga de los labios de Luciana.
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Prohibido Amarte.
RomanceDicen que, existe un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar, circunstancia o situación. Ese hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar pero nunca, jamas se romperá. Cuenta la...