capitulo 5

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Alaia

Existía algo especial en Kaia me daba tanta paz, era algo que nunca había sentido, se dice que los ángeles siempre sentimos paz pero eso es mentira, yo solo me sentía así cuando podía volar, pero al llegar junto a ella todo era diferente.

Alaia me ayudo a curarme, después pasamos un rato increíble, pero Ares tenía que llegar por mi como siempre, era mi viejo mejor amigo antes de conocer a Eros o bueno antes de que mi padre lo dispusiera como mi prometido, me llevaba muy bien con él era un gran ángel pero lamentablemente se llevaba con el idiota de Eros, por ello deje de frecuentar me con él.

- Alaia tienes que volver tu padre está que echa lumbre y Eros ni se diga, se siente tan estúpido- eso era verdad es un imbécil, estúpido y no me arrepiento de lo que hice.

-Eros es la burla de todo el paraíso, buscará venganza no descansará hasta que todos te voten del paraíso- tenía razón pero sé que mi madre abogará por mí.

-Eros no podrá contra mi padre y mi madre ellos me salvarán, aparte él es que está en espera de su juicio y no podrá hacer nada contra mi - le dije pensando en que si tendría apoyo de ellos.- Está bien vámonos, solo déjame despedirme de Kaia-.le dije mientras salíamos a donde estaban los demás.

-Tendrás que contarme que pasó con esa niñita, por qué te comportas así con ella y sé que no solo es porque te rescato-trataba de analizarme, para saber que estaba pasando, pero la verdad es que ni yo sabía que me pasaba con ella.

Me tuve que despedir de Kaia, al hacerlo se me rompió el corazón, le prometí volver para estar a su lado y realmente espero poder cumplirlo, ahora tengo que enfrentarme a la corte celestial y al maldito de Eros, que resulta que es el "abogado" celestial como aquí los humanos lo llaman, qué a pesar de que estaba en juicio, para la corte es más grave lo que había echo yo.

Volvimos al cielo, todo estaba en silencio y supuse que ya estarían todos en la corte, ya que Ares anuncio que llegaríamos en cualquier momento.

La primera que vi fue mi madre, estaba en la entrada de la corte, corrió hacia mi estaba destrozada, estaba echo un mar de lágrimas, traté de tranquilizarla pero aún no comprendía por qué estaba así mi pobre madre, solo le dije que todo estaría bien que no se preocupara, que su hija era muy fuerte y soportaría todo.

Al entrar mi padre me vio con desaprobación y por un momento pude ver qué sentía lastima por mí, creo que ya se lo que pasaría, la corte había ganado.

-Princesa Alaia sabe por qué está usted aquí ante esta venerable corte - me preguntó Eros.

-Pero por supuesto que lo sé- hice una pausa- es por qué te deje plantado, por qué no quería casarme con un supuesto súper ángel como tú y creme que no me arrepiento de haberte dejado en el altar- se le subieron los tonos a la cara no sabía qué contestarme o que hacer, estaba a punto de explotar, pero tenía que contenerse estaba haciendo su trabajo, si llegaba a contestarme como él hubiera querido, la corte lo habría condenado conmigo.

-Lo ven es una causa perdida, ya saben que ese comportamiento no es aceptado aquí y mucho menos para la princesa- se comenzaron a oír murmullos, mi padre tenía que acatar las decisiones de la corte celestial o seria destituido y seria Eros el que supliría su lugar.

-Alaia - me habló mi padre, por primera vez en todo el juicio.

- La corte ha tomado una decisión y es que tendrás que irte- mi corazón dejo de latir, pero pensé que, así podría volver a ver a Kaia, estaría a su lado sin preocupaciones de volver al cielo, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por mi padre que siguió hablando.

-Pero no al mundo de los humanos, tendrás que irte- hizo una pausa y pude sentir su dolor, que las palabras que estaban a punto de salir le cortaban la garganta.

-AL INFRAMUNDO-

Sentí un hueco en el estómago, deje de oír, todo a mí alrededor daba de vueltas, esa palabra no dejaba de resonar dentro de mi mente, pude escuchar a mi madre gritar que como era posible que permitiera eso, que yo era su hija que como le daba el lado a la corte.


Trate de que se calmara, le dije que estaría bien que no me pasaría nada malo, pero bien sabía que no era así, allí abajo nos odiaban y harían lo que fuera por acabar conmigo, Ares se me acercó al ver que todo se estaba yendo a la mierda.

- Alaia iré contigo, no permitiré que te vayas sola- lo mire confundida.

-Acaso estás loco Ares como dices esas locuras, serás condenado como yo, a pasar la eternidad en las sombras- lo mire con ojos amenazantes, tratando de que entrara en razón.

-No me importa lo que digas Alaia yo iré contigo- no dije nada más sabía que si le decía que no, de todos modos él se irá conmigo.

Tenía que irme la hora había llegado, para los desterrados había un lugar para llegar al mundo de los humanos, era fácil solo salías por la puerta e imaginabas a dónde querías llegar, ya que sería permitido y no como la vez pasada que fue sin permiso, pero no esta vez, para ir al Inframundo otra cosa es, tienes que llegar al final del risco y de ahí tienen que lanzarte, si sobrevives está bien, aunque al llegar abajo te destrozarían, pero muchos mueren ante tal caída.

Al acercarme a la orilla se podía sentir el calor, era un rojo vibrante pero también avía mucha oscuridad, se podían escuchar los lamentos de las almas condenadas.

Eros sería el elegido para arrojarme a una muerte segura, mi madre no dejaba de llorar no podía hacer nada, me dolía verla así por mi culpa.

-Eres un imbécil, como es posible que le hagas esto a Alaia- Ares comenzó a empujar a Eros, en un abrir y cerrar de ojos ya estaban golpeándose.

-Ya basta tranquilos - trate de calmar las cosas pero en vez de eso fueron rodando hacia mí....

Todo lo que podía ver era obscuridad no sabía que estaba pasando, cuando me di cuenta ya era demasiado tarde, los dos simios que estaban peleando pasaron a arrojarme.

Íbamos los tres en caída libre, era el fin de los tres, solo podría pensar en mi madre y la hermosa sonrisa de Kaia, mis alas comenzaron a prender fuego, por la gravedad y la rapidez al descender, sentí un dolor terrible está vez nada podía salvarme.

No paraba de gritar por el dolor, cuando todo se volvió negro, me había desmayado.

Escuche que alguien me llamaba a lo lejos, pude abrí los ojos y vi una cara conocida, era Apolo el menor de todos , ¿Cómo había llegado ahí?, que era lo que había sucedido tenía tantas preguntas, pero me sentía morir pero a salvó.

Llegamos a tierra firme por así decirlo, todo lo que había a mi alrededor eran rocas, lava y almas caminando, gritando de dolor, solo se podía oír sus lamentos.

Sentía que mi espalda quemaba, no paraba de gritar del dolor, mi garganta quemaba ante mis gritos desgarradores, era el dolor más insoportable que tuve en mi vida, me desmayaba del dolor y por el dolor recobraba la concienciae cuánto tiempo pase así hasta que...

MOON FLOWERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora