29. DEMONIOS

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Siento en mi garganta el leve ardor del whisky mientras observo a la mujer que se encuentra profundamente dormida sobre la cama. No creo que exista una palabra en el mundo que describa a la comandante, ella me hace sentir como un simple mortal indigno de ser tan extraordinario como lo es ella.

Suspiro bebiendo otro sorbo de mi trago tratando de que este calme la sensación de inquietud en mi pecho. Creí que se trataba de la inminente partida de la comandante y el hecho que no la veré durante un tiempo, pero siento que es algo más, algo más fuerte, algo más grande, más tenebroso y lo cual hace que la piel se me erice.

Dejando de lado el vaso me acerco a ella completamente desnudo queriendo sentirla, ya que desde que la tuve en mis brazos por primera vez, he sentido la necesidad de estar cerca, nunca podría explicarlo con palabras, pero esta mujer es todo en mi vida.

- Nena – la llamo en un susurro besando su espalda absorbiendo el delicioso aroma de su piel – nena...

Llevamos una semana en el lago Garda, soy consciente de que ella ya debería estar en Rumania, pero la convencí de que me diera más tiempo. Solo me dio dos días más y este es el último de estos.

- Mmm – responde haciéndome reír ya que es una respuesta somnolienta.

- ¿Te casas conmigo? – hago la pregunta que ha estado en la punta de mi lengua desde que llegué a Italia.

- Mmm – es todo lo que responde haciéndome reír mientras me acuesto a su lado observándola.

- No tienes una idea de lo jodidamente enamoro que estoy de ti – susurro con la esperanza que me escuche.

Sin poderme resistir comienzo a besar su espalda deteniéndome en los hoyuelos que tiene en la parte baja de esta. Al llegar a sus muslos muerdo uno de esos haciéndola gemir.

- Imbécil – gruñe tratando de girarse, pero se lo impido.

- ¿escuchaste lo que dije? – pregunto subiendo por su espalda hasta su oído mientras introduzco dos dedos en su interior lo que la hace jadear – responde.

- Santino – suspira apretándose alrededor de mis dedos – por favor...

- Dime lo que quieres, nena – murmuro mordiendo un poco fuerte su hombro.

- Follame – jadea ansiosa lo que me hace perder la cabeza, por lo que tomo su cabello – Oh, Dios.

Me cierno sobre ella quedando a horcajadas dejando sus piernas entre las mías. agarro mas fuerte su cabello hasta que arquea la espalda. Lamo su mejilla en lo que me empujo en su interior lentamente.

- Santino... - jadea suplicante, algo absolutamente hipnótico en la forma que su piel se eriza mientras me introduzco más en su interior – mas, por favor.

- Tu mandas – respondo introduciéndome en su interior de golpe haciéndola gritar - ¿así?

- ¡si!

Empiezo a embestirla arqueando aún más su espalda mientras mueve las caderas encontrando mis embestidas, paso saliva sintiendo como mis emociones aumentan.

- No te detengas – suplica mientras su interior se aprieta con fuerte haciéndome gruñir con autentico deleite.

- ¡Maldita! – la embisto con fuerza mordiendo su hombro – eres perfecta.

Circe es como una visión de todas y cada una de mis fantasías. Me estremezco sabiendo perfectamente que ella es mi primer y último sueño, mi última meta. Entierro mi rostro en su cuello aspirando el aroma de mi comienzo y final.

ANAM CARADonde viven las historias. Descúbrelo ahora