Lo acepto.
Soy un maldito adicto a él, y no sé cómo no había detectado mi profunda adicción a no solo sus besos, sino a su tacto y su presencia.
A lo largo del tiempo me he fijado que no me aburro de estar a su lado, y contrario a eso solo deseo que cada momento de mi día sea junto a él. No puedo negar que me asusta que en algún punto F se aburra de mí y simplemente decida dejarme, aun así, no desaprovecho cada espacio con él, por si en algún momento eso pasa, no quiero lamentarme por no haber besado suficientemente sus labios, y no haber saciado mi sed de su ser.
La realidad es que me gusta mucho, y siento que él gusta de mí con la misma intensidad, no hay necesidad de preguntarlo, bien dicen por ahí que no se pregunta lo que se ve, y en este caso lo que se siente, como la intensidad con la que sus labios impactan con los míos, y con la necesidad que ellos lamen y surcan mi piel.
¿Cómo podría olvidar algo que siento aun cuando no lo tengo cerca?
Talvez mis labios, mi piel, mi cuerpo tiene memoria, y más allá de extrañarlo lo anhelan, con cada maldita célula de mi cuerpo, con cada hebra de cabello y centímetro de piel.
F es esa historia extraña de mi vida que jamás olvidaré, no solo porque ha sido mi primer amor, sino que de por sí él se ha vuelto en ese pilar que me ha ayudado a superar mis propias expectativas. Siempre creí que era alguien fuerte que no podría volver a permitirse sentir, creí que tendría que crecer con la voluntad de acero y siempre debía ponerme por encima de todos, porque nadie más lo haría para ayudarme a subir, pero él no solo ha apartado su infaltable orgullo de su vida, sino que me ha cedido el control de hacerlo feliz y sacarle una sonrisa cálida cada día, lo cual ha generado en mí un cambio notable.
Ciertamente, F es ese sol de mediodía que, aunque todos odiemos, para mí resulta cálido y resplandeciente, tal como todos los días cuando camino a mi casa, uno que me acompaña y aunque, sí, me puede quemar, también puede incendiar mis fibras más internas para permitirme amarlo, no me importa quemarme en su piel, no me importa ahogarme en su boca, ni perderme entre sus ojos, no me importa nada, ya no hay vuelta atrás.
Estoy perdidamente enamorado de él.
Siempre que recuerdo nuestro pasado veo cada pequeño paso de la historia que hemos dado, no solo fue aquella primera vez que lo vi como alguien misterioso y mandón en ese café internet, ni cuando me gritaba cosas desde el balcón del segundo piso para llamar mi atención, o aquel chico sudoroso que entro al salón de física y se sentó a nuestro lado por haber llegado tarde y quedarse sin equipo, o el chico que me regalo mi primera pulsera de la amistad, o el amigo que se escribió J2 en su torso para demostrarme que me extrañaba frente a todos los presentes, o el chico arrogante que besó a Luna en la salida del colegio.
Bueno, eso último se sale del contexto.
Es una combinación de cada cosa que ha pasado lo que ha hecho nuestra historia tan fuerte y hermosa, una digna de escribir y aún más de contar, una que sin duda en algún momento quisiese que las personas supieran y vieran lo lejos que hemos llegado gracias al valor, ese valor que no encontrábamos hace un año para decirnos cuanto nos extrañábamos el uno del otro, o ese mismo valor que me faltó en noviembre para enfrentarme a él y decirle que no era rabia porque él fuera feliz, si no celos de que lo fuera sin mí.
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¿CONFUNDIDOS O MENTIROSOS? MEJORES AMIGOS. TERMINADA✓
Teen FictionD es un adolescente prodigio en su escuela, un chico correcto y muy dedicado a lo que hace, especialmente a su pasión frustrada: la escritura. Sin embargo, nada es realmente perfecto y D guarda un par de secretos, «más bien bastantes». Está enamorad...