D es un adolescente prodigio en su escuela, un chico correcto y muy dedicado a lo que hace, especialmente a su pasión frustrada: la escritura. Sin embargo, nada es realmente perfecto y D guarda un par de secretos, «más bien bastantes». Está enamorad...
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Somos vulnerables a nuestros corazones. Las personas emocionales no podemos permitirnos dejarnos llevar de los sentimientos, porque solo afectan nuestro juicio, y no nos dejan ver lo que realmente está pasando en nuestro mundo.
Bien dicen por ahí, que el amor es ciego, y quien se enamora pierde la noción del mundo. Puedo decir con certeza que es una cruda verdad.
Han sido repetidas las ocasiones en las que me han roto el corazón, en las que he sentido que me desprecian y solamente me hacen daño. Debería ser inteligente y alejarme, porque al igual que un niño al darse cuenta de que el fuego quema, uno debería saber que esa persona que le hace daño a uno puede seguir haciéndolo.
Pero el amor es realmente ciego, y estúpido a mi parecer. Yo debí alejarme hace mucho, pero cada decisión que he tomado no ha hecho más que llevarme a este evento.
Y por más que me diga a mí mismo que nada volverá a afectarme, o que mantendré mis sentimientos a raya; nunca pasa, siempre termino dejándome llevar por este amor ciego, que me trae de la mano, y me hace tropezar muchas veces.
Maldita sea el amor.
Culpo a todos los libros románticos que he leído en las últimas semanas, donde el amor es algo fuerte que puede contra todo, en mi caso es torpe y me da contra todo lo que se cruza en el camino.
Creo que disfruta dándome tan duro como puede hacerlo.
F resulta ser un maldito desastre emocional, tanto para mí, como para él mismo. En tres días he experimentado diferentes altibajos emocionales y mentales que me hacen pensar que en serio soy un masoquista que prefiere sufrir a ver la realidad, pero, ¿qué más realidad que la que estoy viviendo en este momento?
Su boca parece impaciente e insoportable sobre la mía. Sus besos son de deseo y anhelo, y mis labios piden a gritos los suyos. Es ridículo decir que un beso quema, pero en serio siento que me está quemando la boca con cada pequeño roce de nuestra interacción.
Él sigue tomándome de la camisa y forzándome a que el beso sea más profundo, y yo soy obediente y le dejo mi boca, para que sea él quien la manipule a su antojo y haga con ella lo que desee.
Mierda, se siente tan bien.
Me suelta de la camisa, y deja de besarme para verme a los ojos. Tiene un semblante erótico y morboso que lo hace parecer un depredador sexual, y eso me hace sentir su presa.
—Quítate la camisa —ordena.
Yo obedezco su petición y con delicadeza me quito la camisa para dejar mi torso desnudo frente a él. Este me da un beso húmedo en la clavícula y mi respiración se descontrola. Puedo sentir su cálido aliento sobre mi piel y muerdo mis labios para no jadear tan prematuramente.
Él se acerca peligrosamente a mi pectoral derecho, y su solo aliento libera el mi primer jadeo inconsciente.
