D es un adolescente prodigio en su escuela, un chico correcto y muy dedicado a lo que hace, especialmente a su pasión frustrada: la escritura. Sin embargo, nada es realmente perfecto y D guarda un par de secretos, «más bien bastantes». Está enamorad...
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Los recuerdos son algo valioso en nuestra vida, son como esas cápsulas de tiempo que quedan en nuestra mente y que podemos usar cuando queremos. Incluso cuando no lo deseamos, los recuerdos vienen a nosotros, lo que me lleva a creer que a veces perder la memoria puede ser una buena forma de reconciliarse con uno mismo, pero de ser así no aprenderíamos de los errores. Si no recordáramos; nos quemaríamos cientos de veces por no saber que el fuego daña al contacto directo.
Algo similar me pasa con mis sentimientos.
Quisiera no recordar muchas cosas de mi vida, cosas que son horribles y que me afectaron, pero si no tuviese esos recuerdos no habría forma de mantenerme alerta y no sabría que el mundo es una mierda enmascarada con bonitos amanecer, y bellos atardeceres.
Mi garganta se siente seca y mis manos sudan de una manera impresionante, jamás creí que contarle lo sucedido a Angela «mi mejor amiga» sería tan difícil, pero ella parece estar interesada, más no sorprendida por lo que le acabo de relatar.
Todo lo de anoche.
Intente no omitir detalles, incluyendo lo pasado con Melissa, quien con aún no he tenido oportunidad de hablar, ya que hoy es sábado, y los sábados no tengo que ir al colegio, o bueno, debo ir, pero me da pereza.
Es así como termine en el edificio de mi mejor amiga «todo el edificio es de ellos», sentado en su cama, desahogándome con la increíble historia de como F se me declaró en medio de la nada, con una sonrisa borracha y un beso que aún saboreo como la primera vez.
Mi primer beso con un chico.
—Y fue eso lo que paso, en resumen —digo al finalizar. La mirada de Angela parece desaparecer pensando algo, cuando regresa me regala una sonrisa.
—Ese idiota, ahora le debo veinte —habla Angela. Saca su teléfono y parece mover algunas cosas y hace una cara de decepción—. Ups, no tengo dinero en la billetera electrónica, tendrá que ser después.
—¿De qué hablas? —pregunto confundido.
—Sobre que se te enfrentaría en la primera semana, y él dijo que sería luego del mes —dice, y luego se rasca la cabeza—. En fin, asunto de la noche de año nuevo, y una apuesta estúpida por tomar mucho alcohol.
¿Qué? ¿De qué carajos me perdí?
—¿Cómo qué asuntos de año nuevo? —digo. Mi voz suena algo molesta y ella parece notarlo y se endereza para enfrentarme y darme una mirada seria.
—Mira, eres mi amigo, pero debo decirte que eres un idiota —dice. Sus palabras son firmes y cortantes, típico de Géminis—. Él tiene una historia algo turbia de la cual yo sé, pero no te contaré por qué no es asunto mío, aun así, yo sabía que había algo entre ustedes, algo complejo, más para él que para ti.
Sus palabras ahora hacen que mi cerebro se confunda. Angela es así, tiene muchas cosas que no me cuenta. Su vida es un misterio, aun así, es de las pocas personas que no se refugiaron en los chismes y cuentos sobre mí, y decidió darme una oportunidad y conocerme mejor.
