D es un adolescente prodigio en su escuela, un chico correcto y muy dedicado a lo que hace, especialmente a su pasión frustrada: la escritura. Sin embargo, nada es realmente perfecto y D guarda un par de secretos, «más bien bastantes». Está enamorad...
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Ya sé que el alcohol puede cegarnos, y puede hacernos ver el mundo como algo fácil. No sé cómo se sentirá drogarse, pero creo que por todo lo que dicen las personas debe ser algo igual a tomar mucho, y sin sentido alguno, solo por buscar sentirse menos agotado mentalmente.
A veces pensar mucho cansa, a veces sentir de más agota, y es precisamente lo que he estado viviendo estos últimos días, mis sentimientos, mi mente, mi cuerpo se siente agotado. Mi único objetivo en este momento es ser el mejor, debo seguir esforzándome para sacar buenas calificaciones, debo seguir esforzándome, y ya sé que Angela dijo que debo vivir mi vida.
Pero mi vida es una mierda y no quiero vivirla.
Prefiero someterme a la idea de que tengo que esforzarme más. Todo es mejor cuando controlo las cosas, cuando estoy al mando de cada una de las posibilidades que pasan a mi alrededor, y tener a los chicos me pone mal, tal vez lo mío es simplemente no estar con nadie, estoy condenado a siempre fracasar en el amor, o bueno eso creo, solo soy un adolescente, y no tengo ni idea de que es lo que me espera en el mundo cuando sea mayor.
Tal vez mi amor no está en este lugar, talvez ni siquiera sea un chico, pero si tengo algo claro, quiero con todo mi corazón a F, y eso es algo que no puedo negarle a mi mente, y no puedo ocultarle a mi corazón.
No le puedes mentir a tu propio espíritu.
Me afecta de todos modos que no esté a mi lado, pero como supe desde un principio, lo mejor para los dos es quedarnos así, distanciados. El amor que siento por él siempre va a salir a flote, porque soy quien se enamora primero, soy quien se encariña, sí, suelo ser frío en muchos aspectos, no por gusto propio, sino porque lamentablemente el corazón entre más duro sea, más difícil es de dañar.
Ahora estoy corriendo por en medio de la calle con el resto de los chicos. Ya es la tercera puerta que es golpeada y los ladridos de los perros y gritos de las personas no se hacen esperar. Las risas y carcajadas de mis compañeros y las mías resuenan por toda la vecindad, y las personas comienzan a gritar.
Yo corro tan rápido como mis piernas me lo permiten, y junto a mí está Fernando y Maicol, los tres estamos muertos de la risa, ya que quien tiro esta última piedra fue Elian, y como es tan bajito y regordete no corre mucho, así que casi lo agarra unos perros.
Afortunadamente, no siguió corriendo en línea recta, sino que volteo en la esquina para esquivar la vista de los animales.
—¿Vieron eso? Casi lo coge un perro, de haber sido así, Elian sería historia —habla Fernando casi muerto de la risa.
—No sé si somos sus amigos o sus enemigos, lo único cierto es que daría lo que fuera por verlo caer antes de correr —digo entre risas.
—Eso sería digno de grabar y subir a redes, seriamos tan famosos con un video así —dice Maicol.
Dejamos de reírnos y caminamos hacia el grupo de chicos que yacen debajo de un árbol en la oscuridad, muchos de ellos murmuran y otros aún se ríen. Yo me siento en el andén mientras tomo un poco aire, y puedo jurar que veo doble, me siento algo mareado y somnoliento, pero feliz, no siento angustia, o tengo ese dolor en el pecho constante, me siento bien.
