Capítulo 2

58 7 36
                                    

Siento mi cuerpo tan molido que no me extrañaría si me dicen que diez elefantes me caminaron por encima, o uno solo que se ensañó con caminarme diez veces, agregando unos pasos extras porque estaba aburrido.

Según lo que recuerdo, me caí del techo.

Mmh, pero no estoy en el suelo.

Tengo frío, pero solo en mis manos y cara.

¿Por qué no puedo abrir los ojos?

Creo que hay grillos ¿O ranas? No, son grillos.

Los grillos llaman la lluvia frotando sus patitas.

Y las abejas bailan para hablar. Ja.

... Pero no estoy tocando el piso...

¿El hombre serpiente me capturó?

Mmh... ya no hay frío.

Salgo de mis desvaríos mentales cuando mi cuerpo presiona contra algo duro. Hago mi máximo esfuerzo por abrir los ojos, lo logro por un momento y se vuelven a cerrar de inmediato.

Todo se mantiene oscuro a través de mis párpados hasta que un rato después empiezo a notar una claridad y a sudar. Atisbo ver una silueta a mi lado y más allá una fogata y mis párpados se vuelven a cerrar.

―Tengo... calor.

Me quitan algo que me estaba cubriendo.

―Mirame Sasha, abre los ojos.

Esa voz...

Intento una vez más abrir los ojos y esta vez lo logro por completo. Frente a mí está un joven chico que me observa con expresión inescrutable. Lo primero que llama mi atención es la palidez de su piel, que resalta bastante en medio de la sombra que se forma por la fogata a sus espaldas. Aunque se encuentra agachado sigue estando más alto que yo así que su rostro está inclinado y algunos mechones negros caen desordenados por su frente.

―¿Quién eres? ―balbuceo. Entorno los ojos intentando enfocarlo.

Se gira un poco y la luz de la fogata le ilumina parte del rostro, haciendo notar una mandíbula bastante marcada. En conjunto con aquella otra porción de su rostro que se mantiene en la sombra, le confiere un aire bastante varonil y magnetizante.

―Bebe agua ―Ignora mi pregunta.

El chico acerca un vaso de plástico a mis labios y se lo agradezco pues me siento incapaz de moverme. Cierro los ojos disfrutando el líquido que corre por mi garganta, refrescándola como si llevara años sin beber un sorbo, hasta que esta se acaba antes de lo que me fuese gustado.

―¿Más? ―pregunta.

Esta vez, al abrir los ojos, puedo enfocarlo mejor.

Unos intimidantes ojos grises de pupila vertical me observan fijamente.

―Tus ojos... ―murmuro, asombrada.

A pesar de ser perturbador le da un aire bastante hipnótico.

El chico aparta un mechón de cabello pegado a mi frente por el sudor.

―¿Te duele la cabeza? ―pregunta.

―No.

―¿El cuello?

―Creo que no.

―¿La espalda?

―Un poco.

Deslizo mi vista hacia abajo y es cuando noto que una de mis piernas está reposando sobre su muslo, y yo solo cargo un short peligrosamente corto. Salgo de mi estupor.

Beham - [Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora