Capítulo 12 (parte 1)

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Al día siguiente, despierto con unas intensas ganas de orinar que casi me explotan la vejiga. Me levanto de la cama en medio de brincos, agarro mi cepillo dental y crema, para no hacer doble viaje, y salgo corriendo hacia los baños.

Sola.

Lo que me han repetido muchas veces que no haga, pero es que me meo carajo.

Voy apretando mis piernas todo el camino, seguramente dando una patética imagen si alguien llega a verme.

Freno un poco cuando el camino de grava desaparece frente a mí e inicia el bosque, pero me estoy meando, así que aumento de nuevo la velocidad de mis pasos. Puedo respirar mejor cuando la estructura de madera de los baños aparece frente a mí. Me acerco a la primera puerta abierta y la cierro de golpe detrás de mí.

Cuando he terminado, ya aliviada, me acerco al rústico lavabo para cepillarme los dientes, al igual que todas las mañanas.

Ahora, sin mi vejiga enviando señales de auxilio, la idea de pasar sola el bosque se me hace un poco espeluznante, en esta zona es bastante denso, casi no me permite ver bien lo que hay frente a mí, y hay unos veinte metros de distancia entre el baño y el camino que da ingreso al pueblo. Trato de no prestarle mucho cuidado y me alejo de los baños.

Me pregunto qué estará haciendo Beham en este momento ¿Estará dormido? ¿Se seguirá viendo igual de amargado al dormir o si parecerá un lindo bebé digno de darle muchos bes...?

Me sobresalto con el crujir de unas ramas cerca de mí. Me detengo de golpe, con el corazón acelerado.

Esa no fui yo.

Miro hacia donde creo que vino el sonido, pero no hay nada. Solo estoy yo. El crujido vuelve a sonar.

¿El hombre serpiente? Desde aquel día en mi casa no había pasado nada y poco a poco me olvidé de él ¡¿Y si ahora está aquí para llevarme a quién sabe dónde?!

Ni siquiera me atrevo a respirar muy fuerte para no delatar mi posición, a punto de entrar en un silencioso colapso de pánico. Miro a mi alrededor buscando alguna alternativa para escapar, subirme a un árbol dudo que sea una opción ya que mis manos todavía me duelen un poco por el raspón que se llevaron al tropezarme. No hay nada que me sirva de escapatoria.

Las ramas crujen una vez más, aún más cerca, y el alma casi se me va del cuerpo en el momento que una diminuta cosa me pasa corriendo por un lado, rozándome la pierna.

Una ardilla.

Una simple e indefensa ardilla.

Suelto un suspiro de alivio.

―¿A quién buscas? ―susurra una voz masculina en mi oído.

Antes de que alcance a reaccionar el hombre me tapa la boca y me alza varios centímetros del suelo. Trato de gritar o zafarme pero me resulta imposible por la fuerza con la que me tienen agarrada.

―Me parece, preciosa, que varias veces te han dicho que no debes estar saliendo sola ¿Por qué no les haces caso?

El miedo fluyendo por mis venas me deja paralizada. El retumbar de mi corazón contra mi pecho se intensifica, tanto que hasta lo siento en mis oídos.

―No me gusta el juego fácil ¿Sabes? Prefiero los retos, tener que pensar como acercarme sin que algunas de tus niñeras se den cuenta, esto de tenerte acá indefensa es un poco aburrido, me falta adrenalina, más drama.

El aliento del hombre choca contra la piel de mi mejilla cada que habla, enviado feos escalofríos por toda mi columna.

―Me pidieron que aún no me acercara, pero te he estado observando desde hace tiempo y al verte acá sola no pude resistirme más.

Beham - [Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora