Una semana y tres días desde que llegué acá.
Una hora encerrada en la cabaña que me dieron.
Sin algo para distraerme.
Y estoy entrando en desesperación.
¡De paso tengo frío! No tiene que ver, pero tengo que quejarme de algo.
Yla tuvo que irse a hacer unas cosas de su grupo, Hag se fue a las afueras del pueblo a reparar unas paredes que arañó quién sabe qué, y a Beham no lo he visto desde el día que me pasó la vergonzosa escena de la araña en mi cabello, esto último lo agradezco un poco pues sigo apenada, además, los chistecitos de Yla y Nere ―las cuales por alguna razón me han estado fastidiando estos días con él― solo hace que me dé más vergüenza pensar en verlo.
Dejo escapar un quejido de exasperación y me tapo la cara con la almohada.
Bien, saldré de este agujero de desesperación. Ya llevo algo de tiempo aquí y sé más o menos donde queda cada cosa, puedo salir a caminar para matar el tiempo ¿Qué malo podría pasar?
Me acerco al armario y me coloco uno de los abrigos. Antes de abrir la puerta, dudo por un instante si es buena idea. "El pueblo es laberíntico" me recuerda la voz de mi inconsciente, pero le hago caso omiso e igual salgo.
La brisa helada que me revuelve el cabello casi me hace meterme corriendo de nuevo en la cabaña.
Casi.
Meto las manos en los bolsillos del abrigo y comienzo a caminar sin un rumbo claro.
No hay muchas cosas interesantes para hacer acá ―aunque en verdad estoy algo acostumbrada a lidiar con eso porque me la pasé meses enteros así en casa―. Podría intentar socializar con la gente, pero aún me cohíbe un poco la idea, aunque, bueno, por lo general me suele cohibir un poco la idea de acercarme por primera vez a alguien para entablar una conversación, ya luego me vuelvo más parlanchina.
Paso con lentitud varias cabañas. Doy un cruce, más cabañas.
¿Era a la izquierda o a la derecha?
Otro cruce.
Salgo de las cabañas y los pinos me reciben, silenciosos ―lo normal en un árbol pues―.
Llego a una zona donde tres caminos se dividen en distintas direcciones, confío en mi instinto de orientación, el cual me ha fallado más veces de las que me gustaría admitir, y cruzo a la derecha. Y solo aparecen más árboles.
¿Debería regresar?
Luego de caminar unos minutos y seguir rodeada de árboles comienzo a pensar que me perdí, pero para mi suerte escucho unos murmullos. Doy otro cruce y por fin el centro del pueblo está frente a mis ojos.
―Buen día ―saludo a un grupo, tal como saludaría a cualquier persona por educación.
Si ahora voy a vivir acá ellos deben acostumbrarse a verme y yo debo acostumbrarme a andar sola.
Antes de continuar con mi paseo aprovecho a entrar al comedor para beber agua. Está un poco solitario, quizás por la hora, solo hay unas cuantas personas desperdigadas entre las mesas, nadie que yo conozca.
Al lado de la encimera donde se colocan los platos hay un barril donde almacenan agua, a su lado hay varios vasos ―que puedo confirmar que están limpios ya que cada vez que alguien usa uno los lavan―.
Recostada en la encimera está Erena, que permanece impasible cuando me ve, y como siempre que mira a cualquier persona.
―Hola Erena ―saludo. En estos días que llevo acá, y como cada vez Yla pasa a pedir algo para comer, he podido confirmar las palabras de Hag de que ella no es mala persona, solo un poco brusca.
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Beham - [Secretos]
Teen FictionSu apariencia era intimidante y peligrosa, pero él no me haría daño, no a mí. ¿Quién hubiera pensado que de un momento a otro mentiras del pasado saldrían a la luz? Y menos aún, ¿quién habría imaginado que ese chico serio y misterioso sería una piez...