Capítulo 7 (parte 2)

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Beham me conduce hasta el comedor en medio de regaños por, según él, exponerme de esa manera cuando ya me había dicho que no saliera sola de noche, pero yo lo voy ignorando casi por completo. Mi mente se mantiene en los gritos. La sangre. El pavor de las voces al rogar que no les hicieran nada. Ese chico.

Entramos al comedor, solitario por suerte, recibo mi comida, aún entre murmullos recriminatorios, y en modo automático me desplazo hasta una mesa del fondo, oculta tras una de las columnas de madera.

―Le ordené a Yla y a Hag que no te dejaran sola si yo no estaba.

―Ya Beham ―lo corto, sin alzar la mirada.

Beham se queda unos segundos en silencio.

―¿Qué pasa? ―pregunta entonces.

―Nada ―mascullo, intentando que no salga mi voz temblorosa.

Beham se queda otro momento en silencio, luego rodea la mesa y se sienta a mi lado.

―¿Es por el cambio de ambiente?

Le doy un mordisco agresivo a mi Cheburekki.

―O es por lo de tus padres...

Reprimo un espasmo de vomitarlo cuando el recuerdo del charco de sangre me llega a viva imagen.

―Qué te importa ―suelto, con agresividad.

Dejo reposar mi frente en el dorso de mi mano y tomo una bocanada de aire, intentando alejar las náuseas.

―Sasha...

―Solo no hables ―mascullo.

Todo está bien. Fue un sueño.

―¿Alguien te hizo algo?

Beham toma mi barbilla y me obliga a mirarlo. Cuando mis ojos enfocan los suyos me llega una extraña sensación que no logro descifrar, pero que me aturde por un momento.

Solo quédate aquí.

Esas palabras llegan a mi mente como un eco y mi garganta se cierra. Tenía mucho tiempo sin suceder, otra vez no, por favor.

―Si alguien te hizo algo voy a...

―¡No es eso! ―suelto en un chillido tembloroso, sin preocuparme en ocultar lo perturbada que me siento.

Su rostro se contrae en una mueca de confusión.

―¿Entonces?

―Qué te importa.

Intento alejar su mano tomándolo de la muñeca, pero esta se resiste a apartarse.

―Sasha.

―Solo tuve un mal sueño. Es todo ―murmuro, rendida.

Escudriña mi rostro, como queriendo descifrar eso que se le escapa, y cuando sus ojos se topan de nuevo con los míos la extraña sensación aumenta.

Siento que... como si...

―Entiendo ―dice.

Su mano libera mi barbilla y debo obligarme a soltar su muñeca. Dejo caer mi cabeza en el espaldar de la silla y cierro los ojos para obligarme a calmarme.

Respira profundo Sasha, como te enseñó la abuela.

―¿Quieres hablar sobre eso? A veces ayuda a sentirte mejor ―lo escucho decir.

Su voz, la he oído antes pero ¿dónde?

No, basta, no te desgastes pensando en lo que no logras recordar, no te centres en aquel lado que se mantiene borrado en tu mente porque de nada servirá. Recuerda las palabras de la abuela.

Beham - [Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora