Capitulo 37

82 6 0
                                    

Volvemos a instalarnos en el silencio mientras esperamos a entrar en la consulta del médico de Lali,mi pie golpeando nerviosamente la moqueta hasta que Lali se ve obligada a ponerme una mano con firmeza en la rodilla para pararme.

—Lo siento —suspiro, y le cojo la mano y me la llevo a la boca, besándole el dorso.

Pero la rodilla empieza a írseme de nuevo, por culpa de la adrenalina. No la puedo detener. lali lanza un suspiro, exasperada, y se levanta y se me sienta encima, en un último intento de controlar mis temblores. Es un plan absurdo: su peso. Mi fuerza. Empieza a moverse en mi regazo, como si vibrase.

—Joder, Peter.

Dejo de temblar, por las buenas.

—¿Quieres dejar de decir putos tacos?

Que hable mal no me ayudará, como tampoco lo hará su insolente forma de poner los ojos en blanco.

—Lali Lanzani  —dice alguien detrás de nosotros antes de que yo pueda disgustarla más.

Descubro al doctor Jack en la puerta de la consulta. Sonríe al ver que
Ava está sentada encima de mí.

—Pasen, por favor.

Entramos y nos sentamos ante su mesa. Miro de reojo a Lali tratando de averiguar de qué humor está una vez más. Parece completamente tranquila, satisfecha incluso.

—¿Cómo se encuentra, Lali? —pregunta el médico mientras se pone las gafas y escudriña su historia, que tiene en la mesa.

—Bien —responde ella inmediatamente, y me coge la mano y me la aprieta.

—¿Y esos dolores de cabeza?

El doctor levanta la vista por encima de las gafas y sonríe sutilmente al ver que estamos cogidos de la mano

—Ya casi no tengo.

Empieza a tomar notas.

—¿Los movimientos físicos? La coordinación, por ejemplo.

Yo lo único que veo es la mano Lali dando con mi polla con manos perfectamente firmes. Su coordinación es estupenda, pero me abstengo de decírselo al doctor Jack

—Todavía cojea un poco —digo, sabiendo que mi esposa lo hará—. Y aún tiene la cabeza delicada alrededor de la herida.

—Es normal.

El médico se levanta y da la vuelta a la mesa, cogiendo de paso una linternita. Acto seguido se inclina para mirarle los ojos con ella a mi esposa

—¿Y las funciones sensoriales?

Arqueo las cejas, y Lali me mira tímidamente.

—Tengo sentido del tacto, la vista, el olfato, el oído y el gusto.

Sonrío a mi vez, pese a que no es muy apropiado.

—Doy fe.

Le guiño un ojo a mi mujer, permitiendo que mis músculos se relajen por primera vez desde que he entrado en la consulta.

—Bien.

El doctor Jack se desliza la linterna en el bolsillo de la americana, examina la herida de la cabeza y asiente satisfecho antes de examinarle también la pierna. Luego vuelve a su asiento.

—¿Algún avance en la memoria? —Retrepándose, da golpecitos con el bolígrafo en la palma de la otra mano.

Ava se encoge de hombros, mirándome de reojo.

—Algunas cositas.

—Por pequeñas o insignificantes que puedan parecer, todas son importantes. —Otra sonrisa—. Tiene los síntomas típicos de una amnesia postraumática, Lali. Tengo grandes esperanzas de que, con tiempo y paciencia, recupere los recuerdos. El cerebro es un órgano muy complejo, y la función que desempeñan nuestros recuerdos compromete muchas partes distintas de él. En su caso, el golpe recibido en la cabeza ha dañado su estructura cerebral y el sistema límbico, que regula las emociones y los recuerdos.

Devoción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora