El dolor me envuelve al despertar, como si mil agujas ardientes recorrieran cada centímetro de mi cuerpo. Abro los ojos con cautela, sintiendo un vendaje apretado en mi rostro y el olor a desinfectante llenando mis fosas nasales. No reconozco el lugar en el que estoy, pero la preocupación en los rostros de quienes me rodean me indica que todo ha salido terriblemente mal.
— Valentina, estás despierta— la voz de Kumiko, cargada de alivio, resuena en la habitación.
Parpadeo varias veces, tratando de enfocar mi visión borrosa en su figura. A mi lado, la veo, su rostro tenso y preocupado. Intento incorporarme, pero una oleada de dolor me hace jadear y volver a recostarme con un gemido.
— ¿Qué ha pasado?— mi voz suena débil.
— Una detonación "defectuosa"— responde Mario, con un tono gélido. — Tuvimos problemas durante la misión. Mizuki...
Su voz se quiebra por un instante, y siento un nudo en mi garganta al darme cuenta de que lo peor ha sucedido.
— ¿Dónde está Mizuki?— pregunto con urgencia, luchando contra el pánico que amenaza con abrumarme.
Hay un momento de silencio incómodo, y veo cómo los ojos de Mario se desvían, incapaces de encontrarse con los míos.
— Lo siento, Valentina— murmura Kumiko con voz ahogada. — Mizuki... no lo logró.
Una oleada de dolor y angustia me golpea con fuerza, dejándome sin aliento. Mizuki, sacrificada en el cumplimiento de una misión que nunca debió haberse vuelto tan trágica.
— No puede ser... — murmuro, las lágrimas brotando de mis ojos sin control. — No puedo creerlo...
El silencio pesado llena la habitación, roto solo por el sonido de mi respiración entrecortada. Mis pensamientos son un torbellino de confusión dolorosa, mientras trato de procesar la realidad abrumadora de lo que ha ocurrido.
Mario me mira con desaprobación, como si buscara encontrar una explicación para lo que ha sucedido. Sé que me culpa, que cree que mi imprudencia ha llevado a esta tragedia, y en parte, no puedo evitar sentirme responsable.
— Valentina, tenemos que hablar— dice finalmente Mario. — Necesitamos saber qué sucedió durante la misión y cómo llegaste a esta situación.
Lo miro fijamente, sintiendo una oleada de resentimiento arder en mi interior. ¿Cómo se atreve a culparme por lo que ha pasado? ¿Acaso no entiende lo que Mizuki iba a hacer? La ira quema en mi interior, pero la tristeza y el dolor aún pesan más.
— No tengo nada que decirte —respondo con voz temblorosa, apartando la mirada de la suya.
La mirada helada de Mario me persigue, como si estuviera esperando el momento perfecto para lanzarse sobre mí y arrancarme la culpabilidad con sus propias manos. Y aunque intento mantenerme firme frente a su implacable juicio, su presencia me oprime, como si estuviera rodeada por una sombra que amenaza con consumirme por completo.
— Valentina, necesito que me cuentes exactamente qué sucedió— insiste, su voz cortante y autoritaria resonando en la habitación.
Me enfrento a su mirada, resistiendo el impulso de ceder ante su autoridad. Sé que debo mantenerme firme, defenderme de sus acusaciones injustas y no permitir que me arrastre hacia su abismo.
— Ya te lo dije, Mario. No tengo nada que decirte— respondo con firmeza, aunque mi voz tiemble ligeramente por la emoción contenida. — Lo que sucedió anoche fue una tragedia, y no voy a permitir que me culpes por algo que está fuera de mi control. Hice todo lo que pude.
Sus ojos centellean con furia contenida, como si estuviera luchando por mantener bajo control su ira. Me doy cuenta de que algo ha cambiado en él, que la fachada comprensiva se ha desmoronado para revelar la verdadera naturaleza de su ser.
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Limpia, acelera y... ¡Corre!
ActionValentina, una audaz corredora ilegal, se ve forzada a dar un giro radical en su vida cuando problemas legales la llevan a trabajar como criada en la opulenta mansión de un antiguo amigo de la infancia, ahora convertido en millonario. En este inespe...