¡Quémalo todo!

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El aire nocturno se cierne sobre el océano, cargado a tope de anticipación y nerviosismo mientras nos preparamos para llevar a cabo nuestra misión. A bordo de la lancha, la atmósfera es tensa, pero también impregnada de una extraña excitación.

Con el viento despeinando mi cabello, me encuentro junto a Mizuki, Kumiko y nuestro inesperado compañero felino, cuyo nombre real desconozco. El gato, con un sombrero de marinero y una expresión de relajación en su rostro, parece tan ajeno a mí en esta peligrosa tarea que se nos ha encomendado.

— ¿Estás segura de que el gato debería estar aquí con nosotros?— pregunto, tratando de ignorar la sensación de incomodidad que me produce su presencia. — ¿Y por qué tiene esa cosa en la cabeza?

Kumiko, con su típico optimismo, le da una palmada al gato y responde:

— ¡Claro que sí! ¡Bola de Pelos es un miembro más del equipo ahora!

Avanzamos silenciosamente a través de las aguas oscuras, cada vez más cerca de nuestro objetivo. Kumiko continúa jugueteando con el gato, mientras Mizuki y yo nos mantenemos alerta, escuchando las actualizaciones de Mario y Shotaro a través del comunicador.

— Chicas, ¿cómo van las cosas allí arriba?— pregunta Mario, transmitiendo desde el submarino.

— Todo tranquilo por aquí, Mario. Estamos a punto de llegar al punto de inserción— respondo, manteniendo la voz baja para no alertar a nadie en los alrededores.

— Bien, mantengan la guardia alta. Una vez que estén en posición, esperen mis instrucciones para detonar las cargas— ordena con seriedad.

Mientras tanto, Pablo y Sophie también están atentos desde la costa, brindando apoyo visual y vigilando cualquier movimiento sospechoso.

— ¿Ven algo inusual desde su posición?— pregunta Mizuki, esperando obtener información adicional.

— Por ahora todo está tranquilo, pueden proceder al desembarque. Mantendremos los ojos bien abiertos— responde Sophie, ajustando el enfoque de los binoculares.

Con la lancha detenida en el punto de extracción, Mizuki y yo nos preparamos para desembarcar. Nos colocamos nuestras máscaras de gas y nuestros trajes ignífugos improvisados, listas para cumplir con la misión.

— ¿Estás lista para esto, Mizuki?— pregunto, ajustando mi máscara.

Mizuki asiente con una sonrisa confianda.

— ¡Por supuesto, Valentina! ¿Y tú? ¿Estás lista para convertirte en la reina de las llamas?— responde, con tono burlón pero amistoso.

Río ante su comentario y le devuelvo el gesto.

— Oh, ya sabes, solo otro día en la oficina para mí. Solo espero que esta vez Kumiko no nos abandone en medio de la nada— bromeo, haciendo referencia a nuestra última misión juntas.

Kumiko, desde la lancha, nos lanza una mirada juguetona.

— ¡Tranquila, Valentina! Estaré lista y esperando en el momento de la extracción, ¡te lo prometo!— responde, con buen humor.

Mizuki me mira con una sonrisa mientras se asegura de que todo esté listo para nuestra tarea.

— Vamos, tenemos un puerto que incendiar— dice, mientras nos dirigimos hacia nuestro objetivo.

Mientras nos movemos con gracia entre los contenedores metálicos, Sophie nos guía con precisión a través del oído, dándonos indicaciones clave mientras nos mantenemos fuera de la vista.

— ¡Vamos, chicas, están a punto de llegar a la ubicación de las primeras dos cargas!— nos susurra Sophie por el auricular, su voz llena de urgencia.

Limpia, acelera y... ¡Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora