¡La Reunión!

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La ciudad es un puto caos. Las luces de neón brillan a lo lejos, parpadeando como si estuvieran al borde de un colapso nervioso, tal como yo. Me obligo a concentrarme en la figura de Naomi, que está sentada en su ridículo sillón de terciopelo, con los dedos temblando sobre el borde de su suéter. Me da una rabia ver cómo se está cagando de miedo. Pero joder, no la culpo. Esta misión es una locura y todos lo sabemos. Solo que yo ya estoy más allá de darme el lujo de temerle a algo.

— Naomi, no tenemos tiempo para tus dramas— digo, mirándola a los ojos como si pudiera perforar su cráneo con mi puta voluntad. — Nos ayudas o nos jodemos todos. Especialmente yo.

La alcaldesa, que hasta ahora había estado sentada en silencio como una condenada estatua, se mueve. La tipa tiene un aire de emperatriz romana que podría hacer cagar a cualquiera en los pantalones. Se levanta y se acerca a nosotras, sus tacones resuenan en el suelo como si fuera un metrónomo de la muerte.

— Naomi, escucha— su tono es tan frío como una puta morgue — Esto no es una opción. Es una obligación. Tu prima tiene razón, aunque suene tan jodida como siempre. Este plan es lo único que tenemos para deshacernos de todo el crimen que nos rodea. Y sí, necesitas ayudarla. Nos necesitas a todos, en realidad.

Miyo sabe cómo manipular a las personas. Lo ha hecho conmigo y ahora le toca a mi prima. Es el tipo de mujer que te acorrala hasta que solo puedes elegir lo que ella quiere. Naomi se estremece un poco, lo suficiente para que se note que las palabras de Miyo le llegan hondo. No porque confíe en nosotras, sino porque sabe que está acorralada.

— No puedo hacer esto, Valentina. Siempre me metes en tus líos y estoy harta— su voz tiembla, pero en el fondo sé que estoy ganando — No es mi vida la que está en peligro. Es la tuya. Y no pienso seguirte hasta el abismo esta vez.

Suena fuerte, pero su determinación no me convence. Naomi está asustada, claro, pero sabe que lo que le ofrecemos no es solo peligro, es oportunidad. Solo necesita un empujoncito, y ahí es donde Miyo entra a la perfección.

— Tu vida, tu carrera, tu futuro. Todo eso puede cambiar, Naomi. Te ofrezco algo que ni en tus sueños podrías conseguir: un pase directo a la mejor escuela de mecánica en Alemania. Todo pagado. Y no hablo de una beca de mierda. Hablo de TODO, joder. Estarás a kilómetros de cualquier problema, lejos de todo esto, aprendiendo de los mejores. Todo lo que necesitas hacer es decir sí.

Ethan, que ha estado callado hasta ahora, asiente en silencio. Sabe que Miyo acaba de jugar su carta más fuerte. Naomi cierra los ojos un momento, dudando. Puedo ver las matemáticas en su cabeza, la lógica pura luchando contra el miedo y la incertidumbre.

— No sé si es lo correcto...— murmura Naomi, pero su voz ya no tiene la misma resistencia.

— No te preocupes, hablaré con tus padres— dice Miyo, interrumpiéndola. — Les contaré lo que necesitan saber. Les haré entender que esto es lo mejor para ti. Créeme, sé cómo manejar a la gente. No tendrán otra opción que aceptarlo.

Finalmente, Naomi asiente, como si acabara de firmar un pacto con el diablo. Y quizás lo haya hecho, pero a estas alturas, estamos todos en el mismo barco que se hunde.

— Está bien— dice en un susurro. — Lo haré.

—Perfecto, primita. No te arrepentirás— le digo, sonriendo, aunque sé que estoy a punto de meterla en la mayor mierda de su corta vida.

Miyo asiente satisfecha y se vuelve hacia mí. Es hora de organizar a este circo de idiotas y ejecutar el plan. De hecho, parece disfrutar del desafío, como un tiburón que huele la sangre en el agua.

— Bien, parece que todo está en orden— afirma Miyo, con un tono seco—. Pero aún nos falta un último integrante...

Ahora estamos en la estación de policía, que apesta a sudor y a café de mierda. Las paredes amarillas de nicotina y las persianas rotas no ayudan, pero a estas alturas, ya me importa una mierda. Solo quiero terminar con esta payasada. Miyo camina a mi lado con la cabeza en alto, como si estuviera desfilando en su propia pasarela de poder. Detrás de nosotras, Naomi camina como un ratón nervioso a punto de sufrir un infarto, mientras Ethan intenta mantener la calma y no parecer demasiado fuera de lugar.

Limpia, acelera y... ¡Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora