Kumiko y Naomi están metidas de cabeza en una montaña de papeles, cables, y pantallas de ordenador. Yo, mientras tanto, estoy sentada en el sofá, mirando cómo el dúo dinámico crea una nueva versión de mí, como si fuera una puta diosa del teclado.
— ¿En serio, Kumiko?— pregunta Naomi con una mueca de concentración, sus gafas deslizándose por su nariz. — ¿"Frederikke Areknuteknyterne"? ¿Ese es el nombre más normal que se te ocurre?
Kumiko sonríe como si fuera la Mona Lisa con ganas de joder a alguien.
— ¿Por qué no? Es lo suficientemente raro como para que nadie lo cuestione. Además, suena a que podría hackear hasta la cuenta bancaria de tu abuela.
— No creo que sea muy buena idea robarle a las abuelas—murmura Naomi mientras teclea con rapidez, sin dejar de dudar de la elección del nombre.
— Bueno, mira quién habla de ideas malas— responde Kumiko con una carcajada. — Toma, "primita," aquí tienes tu currículum falso. Eres una genio del mal con una trayectoria tan impecable que asustarías al mismo Mr. Robot.
— Dime que no me hiciste ser fan de "Juego de Tronos" en LinkedIn— bromeo mientras me acerco y le echo un vistazo a la pantalla. — Esas series de mierda solo atraen a psicópatas.
— No te preocupes— dice Kumiko con una sonrisa diabólica — Eres fan de "Breaking Bad". Encaja mejor con tu estilo.
Naomi levanta la cabeza del teclado y me mira.
— Bueno, está todo listo. Tienes un perfil profesional, recomendaciones de tres CEOs que no existen, y una web personal con más certificados falsos que un diploma en un mercado negro.
— Perfecto— respondo con una sonrisa, aunque siento las tripas revueltas. — Vamos a ver si estos imbéciles compran el cuento.
La noche cae sobre la ciudad como un manto de oscuridad, cubriendo los callejones y los rincones más sórdidos con una especie de calma inquietante. Estoy en mi apartamento, observando mi reflejo en el espejo mientras me preparo para la misión. Mi cabello, normalmente despeinado y rebelde, ahora está peinado hacia atrás en un estilo elegante y profesional. Llevo un traje negro que no es mi estilo en absoluto, pero que encaja perfectamente con la identidad de una experta en ciberseguridad.
— Joder, Valentina, ni tú misma te reconocerías— murmuro mientras termino de ajustarme la chaqueta.
El teléfono vibra en mi bolsillo, y lo saco para ver un mensaje de Kumiko.
Kumiko: "Todo listo. Tienes luz verde para entrar."
Respiro hondo, sintiendo la adrenalina empezar a recorrer mis venas. Es ahora o nunca. Salgo del apartamento y bajo a la calle, donde un coche negro ya me está esperando. El conductor, un tipo con cara de pocos amigos, me asiente con la cabeza cuando entro.
— ¿Lista para el espectáculo?— me pregunta con una sonrisa burlona.
— Siempre estoy lista, cariño— respondo con un guiño, aunque por dentro mis tripas se revuelven como si fueran a estallar.
El coche arranca y nos dirigimos hacia el Gran Hotel de Las Palmeras, uno de los lugares más exclusivos de la ciudad, donde el cabrón de Joel, suele hacer negocios. El edificio es imponente, con ventanales de cristal y una entrada que parece decir: "Aquí solo entran los hijos de puta más grandes de la ciudad". Pero no hay vuelta atrás. Soy Frederikke ahora, y esta es mi única oportunidad.
El coche se detiene frente a la entrada, y salgo con la misma confianza que un tiburón en un tanque lleno de peces. Los guardias me observan mientras me acerco, pero no muestran signos de sospecha. Perfecto.
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Limpia, acelera y... ¡Corre!
ActionValentina, una audaz corredora ilegal, se ve forzada a dar un giro radical en su vida cuando problemas legales la llevan a trabajar como criada en la opulenta mansión de un antiguo amigo de la infancia, ahora convertido en millonario. En este inespe...