¡Mi nombre es Valentina Martinez!

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¡Vaya! ¿Realmente quieres saber quién soy? Bueno, en realidad, no soy nada del otro mundo. Mi nombre es Valentina Martínez, tengo 19 años y... ¿Tienes un momento? Porque esto se va a poner bastante interesante.

Como cualquier chica de mi edad, soy estudiante. Las artes son mi pan de cada día, y Ciudad del Sur es mi lienzo. Es una ciudad vibrante, llena de neones y grandes edificios, como una versión en esteroides de Tokio. Pero, ¿sabes qué? No me gusta para nada. No me malinterpretes, es bella, pero... hay algo en ella que simplemente no me llena. En cuanto termine de estudiar, planeo mudarme a un lugar más tranquilo, más... lejos de todo.

Pero eso es durante el día. Por la noche, la cosa cambia. Me transformo. Me convierto en una corredora clandestina, la reina de la noche, la dueña del asfalto. ¿Por qué? Por la adrenalina, por la velocidad, por el viento en mi cara cuando supero los 200 km/h. Es una sensación intoxicante.

— ¿Vas a salir otra vez, Valentina? ¿Tan tarde?— mi padre, Duke, me mira con una mezcla de preocupación y orgullo.

Él fue el protagonista de su propia historia, un mangaka famoso que sabe cómo se siente vivir al límite. Le sonrío y le doy un beso en la frente.

— Sí, papá. No te preocupes, estaré bien. Nunca he roto mi promesa.

Mi madre, Lilith, es otra historia. Ella es diseñadora de interiores, exitosa y seguramente la más preocupada de todos. Cada vez que salgo, puedo ver la molestia en sus ojos.

— ¿Otra vez saliendo a esta hora? ¿No puedes tomarte un descanso, Valentina?— me dice con un tono de completa desaprobación.

Sus palabras siempre me golpean con fuerza, y la tensión entre nosotras se hace cada vez más evidente. Ella no me comprende en absoluto.

— Mamá, siempre con lo mismo. ¿Por qué no solo ya te vas a dormir?— le respondo con una mezcla de frustración y enojo.

Ella suspira con exasperación, como si estuviera resignada a no poder cambiar mi forma de ser. Nuestra relación se ha vuelto tan tensa que nuestras conversaciones se convierten rápidamente en un campo de batalla lleno de reproches y malentendidos.

— Valentina, cada día estoy más decepcionada de ti, de tu actitud tan inmadura— me grita con fuerza.

— Mamá, nunca has entendido lo que siento. Siempre intentas controlar mi vida y hacerla a tu imagen y semejanza. ¿Por qué no puedes aceptarme tal como soy?— le reprocho, dejando salir toda la frustración acumulada.

Ella me mira con sus ojos llenos de furia y súbitamente, siento una bofetada en mi rostro.

— Eso era lo que necesitaba saber. Me voy de aquí— digo con la cabeza hirviendo, saliendo a toda velocidad en mi motocicleta.

Ella no entiende, nunca puede entenderlo. Ella ve en mí a la adolescente que ella misma fue. Pero no somos la misma persona.

Y ahora, aquí estoy, con el viento sobre mi rostro, con los faros iluminando la oscura autopista que atraviesa las dunas del desierto. En la lejanía puedo observar el mar y los cargueros que llegan al puerto.

A mi lado, Kumiko Haraguchi, mi eterna rival, la única corredora que nunca he podido vencer. Su burlona sonrisa brilla bajo las luces de la ciudad. Esta es nuestra noche. Es la hora de probar quién es la mejor, de una vez por todas.

— Valen, por favor, reconsidera— Naomi, mi prima (y mecánica especializada) me suplica mientras le da los últimos retoques a su nuevo proyecto secreto. — Aún no he hecho las pruebas suficientes para garantizar que es segura.

Enciendo el motor, el par de faros se ilumina y un rugido estruendoso llena el improvisado taller. Es una bestia de máquina, diseñada para volar por la carretera a velocidades inhumanas, y nadie sabe cómo domarla. Hasta ahora.

Limpia, acelera y... ¡Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora