Capítulo 11

510 17 1
                                    

Ha reunido a toda la familia en el jardín, como también a los guardias. Camino con dificultad a su lado. Se me ha vuelto a abrir la herida del vientre a causa de los golpes, me duelen y por ende debo caminar despacio. O almenos esas fueron las indicaciones del médico.

Tomo una silla y me siento, todos ellos están de pie, y Killyan se pasea de aquí para allá con las manos en la espalda.

- Me parece que aún no les queda claro que ella es la dama de la mafia, y aunque no lo fuera es mi mujer - hace presión en el " mi mujer " - ella es la dueña de esta casa, tiene más derecho que todos ustedes, así que no quiero que nadie le diga lo que tiene que hacer, ahora si no quieren que esto acabe mal, quiero saber quién carajos se atrevió a ponerle una mano encima.

Mis pelos se ponen de punta porque este hombre es una bestia, una bestia humana. Detona superioridad, se nota que todos aquí le temen, incluso yo. Acto seguido los guardias agachan la cabeza.

La mujer de ojos oscuros empieza a aplaudir.

- Parece que ella logró derretir el hielo del más temido, Killyan Evans - se acerca a él - no debiste de encerrarla y dejar qie haga un escándalo.

- Fuiste tú - dice él enfrentándola. Me mira amí y agacho la cabeza, mira alternativamente a los guardias y luego se acerca al que se atrevió a tocarme, en un abrir y cerrar de ojos pasa una hoja por su garganta acabado con su vida - ¿ Quién más se atrevió a golpearla ?

- Killyan porfavor - intento ponerme en pie - Mírame a los ojos, porfavor.

- ¡ Cállate! - me grita - y tú - señala a madrastra- te largas a donde provienes.

Sin decir nada más abandona el lugar, dejandome con los miembros de su familia. Nadie me habla, ni siquiera me miran, aparte de Félix, que es el único que se me acerca para ayudarme a subir.

- Será mejor que no bajes mañana a la hora del desayuno- ingresamos al cuarto - Killyan no pasará aquí la noche pero me dio la llave, puedes cerrar desde dentro - asiento con la cabeza.

- ¿ A donde a ido? - es lo único que pregunto

- No sé, debo localizarlo, pero tranquila que te traeré a tu marido de vuelta - le sonrío algo cansada.

Se va dejándome sola en la gran habitación, cierro la puerta desde dentro tal y como Félix me lo ha ordenado.

Los siguientes dos días no sé nada de Killyan, no salgo tampoco de mi cuarto. Félix se ha estado encargando de hacerme saber sobre cualquier avance. Según él no es necesario nada de todo esto pero esas fueron las órdenes del Killyan y Félix debe obedecerlas.

El dolor ya no es tan fuerte como antes, ahora si puedo caminar con facilidad. Opto por un quimono negro de cuero y unas zapatillas blancas. Mi cabello como es de costumbre lo recojo en una coleta. Por órdenes de mi marido debo estar en la oficina, y saber de que va el negocio y como trabajan. Por los libros que leí anteriormente, se que es un negocio de drogas, las cuales son fabricadas por Killyan. Lo que quiere decir que él es el único que tiene una cura para ellas aunque normalmente no suele hacer porque sabe bien a quien venderlas y en quien usarlas.

Bajo junto a Félix, capto la atención de la madrastra que camina de aquí allí. Se apresura hacia mi pero Félix es más rápido interponiendose entre las dos.

- Vete hacia el auto - me dice.

Asiento a lo que dice y me encamino hacia el auto que tienen preparado. La pequeña rubia Yara se acerca amí con una sonrisa en la cara.

La tomo en brazos y empieza a hablar conmigo.

- Sabes, mi tito está realmente enamorado de ti - sonríe - porque te pidió que te casaras con él.

- Ya, es por eso - sonrío

- ¿ tu también lo amas ? - pregunta con inocencia - yo pensaba que él no sabía amar porque no tenía su mamá, mi papá siempre dice que conocemos el amor a base de nuestros papás.

- Yo tampoco tengo mamá y papá pero si sé amar - me limpio la lágrima que baja por mi rostro - anda ve a jugar

La bajo, me mira por una última vez y sale corriendo tras el perro. Cierro la puerta del auto, esperando un oar de minutos hasta que llega Félix. El auto se pone en marcha.

Estamos los dos en silencio, yo perdida en mis pensamientos y el escribiendo en su portátil.

- ¿ Por qué nunca sueltas tu cabello ? - su pregunta hace que lo mire

- Le hice una promesa a papá - es lo único que digo.

Minutos más tarde estacionamos delante de cuatro edificios. En lo alto está escrito Evans. Los cuatro edificios forman un cuadrado, con una parte al exterior, un garaje donde los autos no dejan de entrar y salir. Aquí son las oficinas, no me quiero imaginar el laboratorio como es. Félix se toma el resto de las cuatro horas haciéndome un recorrido por las oficinas, explicándome la función de cada de una, y recalcando cosas que debería saber.

- Y para finalizar, la oficina de tu marido y juto enfrente la tuya - me señala las dos oficinas que se miran. Hay un letrero en ambas puertas donde está marcado el apellido Evans. - Te dejo durante dos horas para que puedas acomodar las cosas a tu antojo.

- Gracias - se pierde en el pasillo.

Entro en la oficina, hay un despacho con una silla giratoria, cuento con un portátil, tres estanterías, un pequeño sofá y una mesa. También hay un par de ventanales que enseñan la ciudad.

Sonrío, me estoy imaginando pasar una noche parada delante de este ventanal observando las hermosas vistas que ofrece. No toco en gran cosa, porque por el momento no traje nada conmigo.

Me siento a observar la ciudad, es algo que amo hacer y no tengo tiempo de hacerlo. Además en Roma tampoco es que tuviera una gran casa que me ofreciera mejores vistas que esta. Cinco meses desde que todo esto empezó, y tres desde que mamá decidió abandonar este mundo y dejarme sola. Nunca imaginé que ella me dejaría de tal manera. No me imaginaba una vida sin ella, no sabía si podría sobrellevarlo. No sabía lo que era la falta de amor de una madre hasta ahora.

Yo no tengo un padre que me regañe, que me de ánimos para seguir adelante, tampoco motivos de querer vivir, no tengo un padre que me cuenta como es la vida de un hombre, y mucho menos, tengo una madre que me enseñe, no tengo una madre que me hable de la vida matrimonial, no tengo una madre que me enseñe a vivir como una mujer, todo lo que sé han sido las circunstancias las que me lo han enseñado, los errores de los cuales je aprendido, y los daños y caídos las que me han ayudado. Mi mejor amiga siempre ha sido la soledad, y siempre será ella.

Agradezco a dios por todo lo que hoy soy, y por lo que he logrado, y ustedes también deberían de hacerlo. Agradecer que al menos tienen padres.

- Señorita, el señor Evans la requiere en su oficina ahora - entra una chica morena de ojos verdes y alta.

- Iré en seguida.

Tras unos minutos me dirijo a su oficina, llamo un par de veces antes de ingresar. Esta sentando en la silla giratoria, delante de su portatil, su cabello está mojado y cae sobre sus ojos, puedo ver los tatuajes que llenan su brazo y también la marca de su cuello. La observo un par de segundos, él se da cuenta por ende solo se limita a poner su mano en su cuello.

Vuelvo la mirada hacia él.

- Creo que estoy empezando a sentir algo por ti - sonríe- y es más asco de lo que ya me dabas.

Su expresión cambia por completo, tornandose a una más seria y se le borra la sonrisa. Yo sonrío para mis adentros.

HALL ( Infierno ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora