capítulo 14

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"En la oscuridad profunda, el resguardo se convierte en un susurro cálido que nos abraza, recordándonos que incluso en la sombra más densa, la luz de nuestro ser brilla con fuerza." 🌹

Siento una mirada sobre mí, no sé de dónde proviene pero me está causando un escalofrío, tampoco me dice nada bueno. Los cristales del auto son negros, lo que quiere decir que nadie puede observar desde fuera, esa mirada me está quemando, me atraviesa como si estuviera cerca de mí. Miro al guardia que iba conduciendo, su cabeza está sobre el volante chorreando sangre, le han disparado justo en el cráneo.

Giro la cabeza lentamente cuando siento un cuerpo cerca de mí, no puedo ver su cara ya que lleva una máscara y lo único que me permite ver son sus ojos grises. Era esa mirada la que sentía sobre mí. El frío metal del cañón de su arma acaricia mi nuca.

- Dama de la mafia - acaricia esas palabras con un tono muy italiano - muy hermosa.

No me muevo, no digo nada, solo lo observo mientras él hace lo mismo.

- Le dirás a tu querido marido que estuviste con el Leone di la Bravta- no digo nada - le dirás que estuve aquí, y que le dejé una sorpresa en casa de su madre, una muy bonita escrita con color rojo.

No sé de dónde saqué las fuerzas, ni como pero tomé la pistola que me entregó Killyan antes y disparé sin pensarlo dos veces, no sé donde cojones le dí, solo se que disparé y salí corriendo por la puerta.

No había rastro de Killyan por ningún lado, corrí, joder que si corrí. Corrí como una loca demente por la carretera. Miré detrás mía, no venía, creo que lo he matado. Aún así seguí corriendo.

¿ que ha donde iba ? Ni puta idea de a dónde iba, solo sé que si me pillaba iba a matarme, y creo que aún soy joven para morir.

Un auto venía, me paré y empecé a agitar las manos, este se paró delante mía, y cuando bajo la ventanilla, sentí mi alma abandonar mi cuerpo. No tenía salida y mi única salida era el bosque, así que no dudé en salir disparada hacia el bosque. Los pies me dolían con cada pisada que hacía, pues iba descalza. Para mí buena suerte, empezó a llover.

No me detuve, seguí corriendo. Una rama se enganchó a mi vestido rajándome la espalda, solté un grito ahogado. Tuve que esconderme bajo un arbusto, me daban miedo los truenos.

Recuerdo que abrazaba a mamá en nuestra casa cuando llovía tan fuerte, hacia calor en nuestra casa y sus brazos eran cálidos. Ahora, ahora hacia frío, no tenía unos brazos que me mantenieran caliente aunque si la melodía que mamá me cantaba en bucle en mi cabeza.

Rayos brillan en el cielo, la lluvia cae con anhelo, en casa estamos juntos, sin temor, mi amor te abraza con calor. Con amor y abrazos te protegeré,
en la tormenta, juntos estaremos, ya lo verás, mi pequeña estrella - canto abrazándome ami misma.

Un disparo se escucha a lo lejos, callo intentando hacer el menor ruido posible.

- ¡ Evans ! - escucho una voz que no reconozco - ¡Ambar soy Félix, si me estas  escuchando sal de donde estés!

No me muevo, no quiero hacerlo.

- Ven, dame tu mano- miro hacia arriba dando con Killyan - sal, no te va a pasar nada, estoy aquí.

- Hay truenos, y disparé a alguien- confieso.

- Hiciste bien en dispararle, aunque debes mejorar la puntería para la próxima vez darle en el corazón- sonreí ante sus palabras- y en cuanto a los truenos, en media hora serán peores, vamos a casa.

Le di mi mano y me estiró tan fuerte para sacarme de ahí, que amortigué contra su pecho. Otro trueno causó que lo abrazara y ocultara mi cara en su pecho.

- ¡ está conmigo ! - dijo antes de alzarme en sus brazos y caminar dirección hacia la salida.

Apenas salimos a la carretera me bajé de sus brazos, y si dejé que me cargara fue únicamente porque me dolían los pies. Subimos al auto seguidos de Félix, el cual abordó el mismo auto que nosotros, y detrás teníamos otro auto que nos respaldaba y delante otro auto.

Nada más sentarme, Félix me entregó una manta en la cual no dudé  envolverme. Tenía el vestido inservible, estaba toda mojada y tenía algunos rasguños, a mi lado Killyan miraba al frente con los ojos cerrados y la cabeza recostada en el asiento, una mancha de sangre brotaba de su brazo, supongo que le dispararon cuando bajó. Por otra parte, Félix hablaba por teléfono en italiano.

- Me dijo que te saludara de la parte de Lione dí la Bravta- dijé haciendo que las dos personas me miraran - y le disparé con el arma que me entregaste.

Félix soltó una pequeña risa que inmediatamente cambió por una más seria.

- ¿ Te hizo algo ? - negué un par de veces en respuesta a su pregunta - ¿ Te has echo daño ?

- Nada de otro mundo - me limité a decir recibiendo un asentimiento de cabeza por su parte.

Cerré los ojos intentando descansar, Killyan discutía con Félix, sobre el ataque.

- ¿ Killyan? - abrí los ojos de golpe

- Mhm - giró la cara hacia mí.

- Me dijo que te dejó un regalo en casa de tu madre, escrito en grande y rojo - dicho esto, apenas el auto estacionó salió disparado. Me quité la manta y fui detrás suya, abordé su auto apenas el entró, me miró enarcando una ceja- iré contigo.

- Bajate de mi auto - me dijo serio, claro que no lo iba a hacer. Negué - No eres nadie para mí Grace, solo mantengo la promesa de mantenerte en vida durante estos tres años. No te creas nadie y menos con el derecho de acompañarme a lugares como en esta ocasión – eso fue peor que una punzada – bájate y vete a ver que hacer, pero no me toques más las bolas.

- Eres un maldito tonto, un idiota, un inútil, eres gilipollas - dije con seriedad - no te creas tampoco importante para mí, te acompaño para ver como caes, como sufres, voy para ver tu sufrimiento, porque mi mayor victoria sería verte decaer. Ver que has perdido algo preciado y no has echo nada, porque no está en tus manos, porque eres incapaz de salvar a los de tu alrededor. Quiero ver como te ahogas en tus propias penas Evans.

Dicho eso bajé dando un fuerte portazo a la puerta. Caminé hasta la casa, donde en la entrada esperaba el señor Angelo, junto a Corina y junto a ellos Antonella, la madrastra y la pequeña Yara, la cuál corre a mis brazos cuando me ve. La tomo alzándola en mis brazos.

- ¿ Estás bien ? - pregunta Corina - ve a descansar anda.

Saludé a todos con un asentimiento de cabeza y ne diriguí al cuarto.

- Me esperas tantito en la cama sentada, me ducho y vengo ¿ok ? -

Como le dije, me duché para relajar mis músculos, en la espalda tenía un arañazo y mis pies dolían a causa de las pequeñas heridas que me causó correr por el bosque. Peiné mi pelo, mientras algunas lágrimas recorrían por mi mejilla. Me sentía mal por haber dicho eso, sí, me cae mal, lo detesto, pero no debí decir eso. No cuando sé que su madre lo abandonó por otro hombre. Respiro hondo y me meto bajo las sábanas acurrucando el cuerpo de Yara bajo el mío.

- Me dan miedo los truenos, mi mamá siempre dice que cuando tenga miedo y no tenga donde resguardarme que me esconda en un armario - reí mientras acaricié su pelo.

- Cuando necesites un resguardo o un lugar donde esconderte, corre a mis brazos, corre amí, que yo esperaré con ambas manos bien abiertas esperando tu llegada Yara - besé su pelo - escondete en mi, como yo me resguardaré en ti.

Cuando bajé mi mirada hacia ella, ella ya había cerrado los ojos, cayendo en un sueño profundo. Besé su cabeza, inhalado el olor de fresas de su pelo.

HALL ( Infierno ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora