capítulo 12

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Me termina de explicar cuál será mi funcionamiento en la empresa. Nada de otro mundo, he decidido encargarme de la mercancía y la contabilidad. Es decir cuantas ejemplares salen, son vendidos, en qué lugares, cuánto se nos ofrece por tal cantidad....y más tarde debo hacer llegar toda esa información a mi marido.

No tengo horario de trabajo, puedo salir y entrar cuando me plazca. Aunque más que salir, creo que este será mi nuevo hogar.

- Puedes pedir a los guardias que te lleven cuando quieras - dice antes de salir.

Miro el portátil, empiezo a investigar y a buscar cosas sin sentido. A ver imágenes de mi marido en Google, a leer más sobre su vida, sus exs....Hasta me creo una cuenta de Instagram. Más tarde la misma chica de antes entra explicándome como se solicitan los datos, como se pueden enviar las cosas, pequeñas claves para poder trabajar.

- Tienes muchas suerte de ser su mujer - me habla - nunca antes pensábamos que él se casaría.

Ella se llama Ginevra, es joven, rubia de ojos verdes y un poco alta, y por lo que sé es la secretaria de Killyan.

- Si, yo tampoco sabía que me casaría con alguien como él.

- ¿ Aceptaste casarte aun sabiendo lo que es ?

- Uno debe aprender a amar con o sin defectos- me limito a decir- lo que cuenta es lo de dentro, tampoco es que yo fuera mejor persona que él.

Soy mil veces mejor que ese capullo.

- Entiendo, de igual forma felicidades- sonrío. Esta abandona el lugar.

Tomo mi celular, mando un mensaje a Aurelio. Espero unos segundos para que me llegue el mensaje de respuesta.

• Te espero en Corichio para que nos veamos, a las 14h ;)

Me pongo en pie, entro a la oficina de Killyan. Está sentado con el portátil delante suya, no sé qué carajos teclea.

Levanta la mirada cuando me ve. Se hizo un nuevo tatuaje, lo sé porque su brazo derecho estaba vacío y ahora tiene dos líneas negras en él, quizás antes no lo ví porque solo entré y salí. No me fijé mucho.

- Iré a ver a Aurelio en Corichio - me limito a avisar - a las 14h. Iré a casa más tarde en cuanto acabe.

- Por la noche conocerás a mi antonegra, y algunos miembros de la mafia, pasaré a por ti a las 9.

- ¿ Quieres decir que si puedo ir a ver a Aurelio ? - pregunto algo decsoncentrada.

- Pensaba que me estabas avisando no pidiendo permiso.

Claro, era un intermedio pero no importa.

- Te llamaré en.... - mira el rolex que descansa en su muñeca- en una hora.

- De acuerdo- me giro para irme, me paro en seco, miro por encima de mi hombro- gracias.

Salí a toda mecha, estaba muy contenta, iba a volver a ver a mi amigo de la infancia. Además, eso me haría desconectar un poco y hacerme olvidar en el mundo del que estoy rodeada. Iba a disfrutar como si no hubiese un mañana. El guardaespaldas se encargó de llevarme, nada más entrar lo ubiqué, no había cambiado nada.

Me lancé a sus brazos apenas él me vió, me recibió con los brazos abiertos. No me quise depsegar de su cuerpo, sentía que estaba en casa, él siempre me recordará mi pasado y de donde provengo.

- Querida, te eché tanto de menos- me besó las mejillas y luego tomamos lugar en la mesa.

- Yo también te eché de menos Au.

El tiempo que estuve con él lo aprovechamos para ponernos al día con nuestras vidas, él se había convertido en un diseñador de moda, tenía veinticinco años, era rubio de ojos verdes.

Tenía un buen físico, se cuidaba muy bien, era gentil, como un algodón de azúcar.

Yo también lo puse al día, le enseñé pocas de las fotos que tenía sobre la boda y le mostré a Killyan. Evité decirle que era el maldito Killyan Evans, el que tenía poder absoluto sobre Italia entera pero se dió cuenta, así que finalmente le dije quien era, y le conté la verdadera historia, al principio pude ver como en sus ojos había decepción pero luego desapareció, pareció entenderme.

Pedimos para comer, me enseñó la ciudad, fuimos de compras e incluso me llevó al estudio donde trabajaba. Era un estilista, siempre le gustó eso de la moda, las medidas, los vestidos de boda.

Aurelio siempre perteneció a la clase alta, sus padres eran ricos, se permitían todo tipo de lujos mientras que yo era todo lo contrario, la primera vez que estuve en el instituto, cuando conocí a Aurelio pensé que él sería como los demás, que me miraría mal, hablaría mierda sobre mi, pero fue todo lo contrario, me quiso sin importar de donde venía, y eso fue lo que hizo que le tenga un gran aprecio. Con los años nos comvertimo mejores amigos, pero luego dejamos de vernos, porque el se vino aquí a estudiar, pero siempre seguíamos en contacto.

- ¿ Te gusta ? - asiento encantada con el lugar, era realmente bonito y espacioso - deberías aprovechar y continuar tus estudios.

- No, nunca fui buena para eso - hago una pequeña mueca - tengo un trabajoy  un marido multimillonario así que, no creo que me haga falta nada.

- Te hará falta felicidad y buen polvo de vez en cuando - me dijo.

- Venga ya - le dí un leve golpecito - siempre te tengo como un follamigo.

- Ah, no querida, no quiero que me decapiten la cabeza - me entregó una tarjeta con su dirección, la tomé entre mis manos y la observé - siempre que necesites alejarte de ese mundo podrás ir ahí.

- Gracias - dije, lo abracé, tubo que agacharse un poco pues era más altonque yo  - ahora debo irme, tengo que prepararme para un evento.

Me acompañó hasta la mansión, estábamos a una hora de trayecto, así que aprovechamos para conversar más. Cuando llegamos, pedí a uno de los guardias que lo llevara a su casa de vuelta, pues venimos en transporte. Fuí directamente arriba a lo que se suponía que era mi cuarto.

La madrastra de Killyan se había ido hace unos días, y era por mí culpa, por ende debía hablar con él para que la dejara volver. Pues todos en esta casa a excepción de Félix y la pequeña Yara, me odiaban por ello. He logrado intercambiar palabra con las demás personas pero, no tanto ya que la casa está vacía la mayoría de veces.

Como ahora, que también está vacía, solamente la llena el personal.

Tras haber tomado una ducha y haber pasado media hora buscando algo adecuado para la ocasión, me decido por un vestido negro, ajustado, escote corazón y con mangas cortas y esponjosas. Como de costumbre, mi pelo se queda recogido en una coleta. Y para cuando ya estoy lista, me doy cuenta de que quedan dos minutos para que pase a por mí.

Bajo a la entrada de la casa y espero a que venga.

HALL ( Infierno ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora