Capítulo 22

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Killyan Evans

Ya había pasado tres horas desde que Ámbar salió del estado grave. Ahora me encontraba sentado en una silla del hospital observando como estaba conectada a un aparato con dos tubos que le permitían respirar de una mejor manera. El maldito le inyectó de la droga que intentó copiarme y al ser una sustancia mal echa ha causado una reacción grave a su sistema.

Lleva sin despertar 42 horas, y todavía esas frases rondan por mi cabeza, debo ponerme a pensar en cómo haré para vengarme de él y para ello necesito información y solo la obtendré con un infiltrado ahí, o comprando a uno de sus empleados.

Apoyé los brazos en la camilla en la cual se encontraba ella. Tomé un mechón de su pelo entre mis dedos, incluso en mal estado se veía bien. Era la primera vez que veía su pelo suelto.

Respiré su olor, vainilla ¿ Cómo hacía para oler tan bien ? Maldita sea me traía loco y acabará con mi cordura en cualquier momento de estos. Deslicé mis dedos entre su suave cabello y acaricié su rostro.

Tenía la piel tan suave que por nada en este mundo me cansaría de acariciarla, observarla y respirar su olor. No me cansaría, de eso estaba seguro.

- Mhmm - se removió un poco en su lugar.

Me puse en pie alejándome de ella por completo. Tardó un poco en abrir los ojos y acostumbrarse a la luz del día. En todo momento me encontraba observándola lejos, desde lo más oscuro de la habitación, desde las sombras como siempre había echo.

Una vez acostumbrada a la luz, se incorporó quitando bruscamente los tubos y los aparatos conectados a ella. En un intento de ponerse en pie volvió a caer justo en mis brazos porque había llegado antes de su caída.

Nunca permitiría que se caiga o se rinda estando a mi lado.

Respiró hondo, y me miró con los ojos cristalizados por las lágrimas.

- El doctor no tarda en venir, vete a tu lugar - ordené bajándola.

Me volví a alejar pero esta vez hacia la salida. En cuanto el doctor entró yo salí.
  
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Ambar Grace

El doctor dijo que me darían de alta hoy, más tarde dijo que me sometería a un par de exámenes para saber si toda la sustancia había abandonado mi cuerpo. Killyan se había ido tras ecuchar al doctor y ordenó a uno de los guardias recogerme.

Ahora me encontraba vistiendome con dificultad, me dolían todo el cuerpo, apenas podía moverme. Quizás eso se debe a la operación o a los efectos de esa maldita cosa que he llevado en la sangre. Desconozco que tipo de sustancia era, para qué ha sido creada y etc. Desconozco toda esa información pero si algo sé, es que no es para nada buena.

- ¿ Ya estás ? - dijo Corina entrando a la habitación con una bandeja que seguramente le había dado la enfermera.

-  Sí, solo necesito ponerme mi chamarra y nos podremos ir - dije tomando la chamarra encima de la cama.

- Bueno, puedes comer si lo deseas, ya que no irán a casa - dijo ella tomando asiento - Killyan compró una casa para ambos en la ciudad.

- Ni con mil rosas lo perdonaría- dije dirigiéndome a la salida.

- Oye - me estiró de mi brazo para que la mirara - pasó 42 horas a tu lado, sin dejarte sola un solo segundo, no dejó que nadie se te acercara y reforzó la seguridad ¿ por qué ? Por ti.

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