Stella Cooper, una chica muy habladora y escandalosa, amante de la pintura y las estrellas. Blake Morgan, un chico silencioso y amante de la soledad. Él piensa el lado negativo del mundo, ella lo positivo. Ella busca conocerlo, él no quiere que nadi...
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Los ojos son para ver las estrellas.
Julio Cortazar.
Era de tarde, recuerdo el olor a lavanda del perfume de mi mamá.
Nunca había entendido que era eso que podía hacer que una persona cambiara por completo, algo que fuera totalmente radical podríamos decir entendí tiempo después.
Tuvo una crisis, mi papá corrió escaleras arriba al escuchar un grito.
Siempre había padecido de crisis, le deban de la nada. Mi papá le preocupaba mucho eso, le decía que fuera al psicólogo más ella se negaba.
Pasó tiempo cuando la vi con el cabello debajo de los hombros, nunca se dejaba crecer el cabello.
—Mamá, me gusta mucho tu nuevo corte.
Ella tenía los ojos vidriosos, al verme sonrió.
—Gracias bebé.
Ahora entiendo porque se cortaba el cabello.
—Bebé—llamó mi mamá.
—¿Qué pasa?
Estaba parada en el umbral de la habitación, su aspecto daba señales de no haber descansado nada todo éstos días.
Me sentí un poco egoísta al verla así, yo me fui de la casa para sentirme mejor cuando aquí también no le estaban pasando bien, puse mi dolor encima de esto.
—Quería... quiero darte algo que dejó mi mamá.
Entró y me pasó una caja de madera pequeña, la examiné y al darme cuenta que era le di a la pequeña manija para que la caja abriera y saliera una pequeña bailarina y una melodía inundará mis oídos.
Mis ojos no paraban de verla dar vueltas y después cerrarse la caja, le di otra vez a la manija y volvió a salir la bailarina.
—Tu abuela te la iba a regalar por navidad...
—Me encanta—respondí fascinada.
Acomodó un mechón de mi cabello detrás de la oreja y me abrazó.
—¿Quieres hablar?—pregunté.
—No quiero agobiarte, Stella.
—No lo harás mamá, estoy y estaré para ti siempre.
