Capítulo 16: El Duelo en la Oscuridad

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El almacén abandonado se extendía ante ellos, un laberinto de pasillos oscuros y habitaciones desiertas. Rivers, Spreen y Osvaldo avanzaban con cautela, cada uno alerta ante cualquier indicio del enemigo que se escondía en las sombras.

Spreen frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad mientras intentaba discernir el mejor curso de acción.

S: Che, deberíamos separarnos. Cubrir más terreno nos dará una mejor oportunidad de encontrar a Félix.

Rivers asintió, aunque con cierta reticencia. La idea de separarse la llenaba de inquietud, pero sabía que Spreen tenía razón.

R: Está bien, pero mantengámonos en contacto por radio. No quiero que nadie se quede atrás.

Osvaldo asintió con determinación, su mano descansando sobre la empuñadura de su arma.

O: Entendido. Mantengamos los ojos y oídos bien abiertos, chicos. No sabemos qué nos espera en estas sombras.

Con un gesto de despedida, el trío se separó, cada uno adentrándose en la oscuridad en busca de su objetivo. Rivers avanzaba por los pasillos con paso firme, su arma lista para cualquier eventualidad.

Mientras tanto, Spreen se adentraba en las sombras con cautela, sus sentidos alerta ante cualquier indicio del enemigo que acechaba en la oscuridad.

De repente, un ruido resonó en la distancia, haciendo que Spreen se detuviera en seco. Escuchó pasos acercándose, y su corazón latió con fuerza en su pecho.

S: ¿Quién anda ahí?

Una figura emergió de las sombras, y Spreen reconoció a Félix de inmediato. El narcotraficante lo miraba con una sonrisa siniestra, su mano descansando sobre la empuñadura de su arma.

F: Parece que nos hemos encontrado, argentinito. ¿Listo para morir?

Spreen apretó el puño con determinación, su mirada desafiante.

S: No me subestimes, hijo de mil. Estoy más que listo para acabar contigo de una vez por todas.

Mientras tanto, Rivers continuaba avanzando por los pasillos, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. De repente, escuchó un ruido a sus espaldas y se giró bruscamente, lista para enfrentar cualquier amenaza.

R: ¿Quién anda ahí?

Una figura emergió de las sombras, y Rivers contuvo el aliento al reconocerla. Era Félix, su mirada llena de malicia.

R: Tú...

Félix sonrió con arrogancia, su arma apuntando directamente a Rivers.

F: Así que es la gringa. ¿Lista para morir, cabrona?

Rivers apretó el gatillo con determinación, su mirada desafiante.

R: No subestimes a una mujer, hijo de la chingada. Estoy lista para acabar contigo de una vez por todas.

Mientras tanto, Osvaldo avanzaba por los pasillos con cautela, su arma lista para cualquier eventualidad. Escuchó un ruido a lo lejos y se detuvo en seco, alerta ante cualquier indicio del enemigo que se acercaba.

O: ¿Quién anda ahí?

Una figura emergió de las sombras, y Osvaldo la reconoció de inmediato. Era Félix, su rostro lleno de malicia.

O: Así que eres tú...

Félix sonrió con malicia, su arma lista para disparar.

F: Parece que nos hemos encontrado, Osvaldo. ¿Listo para morir, cabrón?

Osvaldo apretó el gatillo con determinación, su mirada desafiante.

O: No subestimes a un mexicano, hijo de la chingada. Estoy listo para acabar contigo de una vez por todas.

En el corazón del almacén abandonado, el enfrentamiento final estaba por comenzar. Tres amigos, unidos por el destino, enfrentarían a su enemigo común en una batalla que decidiría el destino de todos.

Fin del capítulo

𝕊𝕡𝕣𝕖𝕖𝕟 𝕩 ℝ𝕚𝕧𝕖𝕣𝕤. 𝕌𝕟 𝕒𝕞𝕠𝕣 𝕔𝕝𝕒𝕟𝕕𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕠.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora