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— ¿Todavía no le dijiste lo que sientes?

Yunjin negó, manteniendo su seriedad, Kazuha, por su parte, parecía decepcionada.

— ¿Pero la has visto?

— El otro día la ví... Bien, estaba en su casa, era lógico, pero con su madre pensábamos que llegaría más tarde. Pero me vió, practicando las señas, y cuando quise decir algo se fue... Y yo sólo me congelé, no pude ir – mintió.

Kazuha se frotó el rostro, suspirando pesadamente.

— Qué idiota...

— ¿Por qué? – alzó una ceja –. ¿Por no decir mis sentimientos?

— Exactamente.

— Oh, vaya, a quién me suena – habló la pelirroja con ironía.

Kazuha la miró unos segundos hasta comprender a qué se refería.

— Bien, bien... Nunca dije que yo no fuera una idiota, digo, somos amigas, tenemos cosas en común.

La mayor la miró con el ceño fruncido.

— Idiota empedernida – dijo, y tomó su mochila para levantarse del pasto y caminar hacia la escuela.

— No me dejes hablando sola, Yunjin – Kazuha apareció luego de correr hasta llegar a su lado.

La mencionada la miró alzando una ceja con indignación.

— Mira, no eres mejor que yo en esto de confesarse, así que no actúes como si yo estuviera haciendo mal las cosas. La gracia de la vida es que tienes que ser mejor que el resto – sonrió, largó el aire en un corto suspiro –. Yo... Voy a confesarme con Chaewon hoy, aquí en la escuela.

Kazuha sonrió y aplaudió.

— Al fin demuestras algo de huevos en la vida.

Yunjin hizo una mueca de asco ante la expresión.

— Disculpa pero no tengo, y no quisiese tener.

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