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Cierto día, Chaewon se había lastimado en las prácticas de baile.

Se había doblado el tobillo al pisar mal, y apenas fracturado, una fisura, como había dicho el médico, la muñeca, al caer con todo su peso sobre esta.

Le dolía tanto que las lágrimas le picaban los ojos, aunque se resistió a llorar, y no fue hasta que Yunjin llegó con ella que se escondió en su pecho para que nadie la viera.

La pelirroja se había asustado bastante cuando había recibido el mensaje de su novia de si podía ir a la sala de baile, sin más información que sea.

Incluso cuando la señora Kim llegó para llevarse a su hija, Yunjin no se separó de ella, y la mujer tuvo que firmar para retirar a las dos.

En el camino al hospital, con Chaewon teniendo su muñeca descansar dentro de un pañuelo, atado a su cuello, la chica ya había dejado de llorar y se empeñaba en mantener la vista baja, apoyando su cabeza en el hombro de Yunjin.

— No sigas mal – pidió Yunjin, acariciando su pelo y mejilla, alzando su rostro para que la mirara.

Ella negó, volviendo a acomodarse.

— Chae – llamó, aunque la muda le ignoró –. Te conozco, algo te pasa. ¿En qué piensas?

Chaewon tardó un momento en negar de nuevo.

Yunjin se ahorró un suspiro, la tomó por sus mejillas, volviendo a alzar su rostro.

— Dime – habló con suavidad.

La castaña suspiró. Con su mano libre se señaló a sí misma, y luego junto todos sus dedos, y tocó su mejilla con la punta de estos.

— ¡Chae! – su madre se enojó un poco, viendo los gestos por el espejo.

— ¿Qué significa?

La señora Kim suspiró.

— Dijo "Soy tonta".

La pelirroja la miró con el ceño fruncido, vió el mohín en sus labios, la muda volvió a tener la vista baja.

— Chae, no eres tonta – habló con suavidad –. ¿Por qué serías tonta? ¿Por caerte? Es algo que le pasa a cualquiera.

Chaewon sacó su cuaderno.

"Soy tonta porque no sé coordinar. Me caí por bailar mal".

— No bailas mal – le aseguró automáticamente, negando con su cabeza para enfatizar –. Chae, eres la mejor bailarina que he visto.

"Tú no vez bailar a nadie más que a mí".

— No voy a perder el tiempo viendo bailar a otros cuando puedo ver a la mejor bailarina del mundo – replicó, mirándola directamente.

Chaewon bajó su cuaderno, sin nada que decir, sus mejillas se tiñeron de rojo, y Yunjin dejó un sonoro beso en ambasz haciendo que la señora Kim riera.

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