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Entren - nos dijo

Ella se acercó a su puerta y la abrió, corrimos para entrar. Ella entró y camino, la miré con el corazón acelerado; del sueño pude ver qué abrió una puerta y la miré sorprendida.

No hagan ningún ruido - ordenó

Caminamos con pasos veloces y al bajar las escaleras con cuidado, ella cerró la puerta y cubrió el hueco que lograba entrar luz.

Nuestros cuerpos temblaban y al mirar a Leila, busque algo con cubrirla y lo único que pude ver fue piel de zorro; lo tome y se lo puse a ella, su pequeño cuerpo temblaba.

Neida se unió a ella, la piel de zorro les transmitirá calor. Cerré mis puños y los llevé a mi boca, el frío es demasiado y podríamos morir de una pulmonía.

Escuchamos ruido y nadie hizo ningún  ruido, saque mi arma en dado caso que pase algo pero si nos encuentran aquí, estamos perdidas.

Nuestras vidas dependían de un hilo, el temor que algo les pase a ellas, incluso que le pase algo a mi bebé.

Fueron los minutos más eternos de mi vida, la puerta se abrió y apunte mi arma. Esa mujer nos miró y pude respirar un poco aliviada.

Se fueron - nos dijo - Pueden salir

Fui la primera en subir y al ver qué estamos segura, extendí mi mano para que Leila subiera, la última fue Neida.

Esa mujer cerró la puerta y la mire fijamente.

Traeré mi botiquín de primeros auxilios - habló - Si no suturo esa herida, perderá más sangre

Se alejo de nosotras y hice que Leila tomara asiento en una silla. Minutos esa mujer apareció con ese botiquín, tomo una silla de madera y se acercó a la niña.

Lo siento niña pero no tengo anestesia - le dijo - Tendrás que ser fuerte para sacarte la bala y suturar tu pierna

Leila.- S- solo... hágalo - tartamudeo por el frío que tiene

Cerca de la ventana tengo una canasta de frutas, ve por una manzana - le dijo a Neida

Ella caminó y tomo una manzana, regresó con nosotros y se la dio a Leila.

Lo morderas mientras saco la bala - ordenó

Vigilare - hablé

Ellos no podrán poner un pie aquí muchacha - me miró de reojo

¿Porqué lo dices? - la mire confundida

¿Sabes en dónde estamos? - me preguntó

Pensé en lo que me preguntó y al recordar la miré sorprendida.

Exacto - dijo tranquila - Solo un tonto pondría un pie en este bosque sabiendo que hay osos salvajes

Pude escuchar los gemidos de dolor de Leila, esa mujer comenzó a quitar la bala de su pierna mientras que Neida la miró preocupada.

Su piel comenzaba a hacerse pálida pero la bala fue extraída y su pierna suturada.

Tu puedes donarle sangre - se acercó a mi - Morirá si no tiene un donante

Hágalo - asentí mi cabeza

Ella está acostada en el sofá, esa mujer saco una especie de jeringa y la inyectó en mi brazo, la sangre comenzó a salir pero lo conecto en otro aparato para que Leila reciba mi transfusión.

Con unas horas bastará para que ella esté bien - hablo tranquila - Traeré unas toallas y algo caliente para que puedan cambiarse de ropa

Antes de que yo hablara, ella se alejó de nosotras, miré a Leila y está sumamente dormida, Neida no decía ninguna palabra, su mirada está abajo.

Tu hermano estará bien - hablé

Ella levanto su mirada y me miró.

No están idiota para dejarse caer - dije - El nos buscará

Sus ojos se humedecieron y comenzó a llorar, las emociones y las hormonas comenzaron a invadir, ahora yo estoy llorando.

Malditas hormonas pero esperó tener razón, espero que Olavi este vivo, no puede dejar a su hermana menor sola. Son familia y deben estar juntos.

Amore 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora