El Gran Comedor bullía de emoción mientras los nuevos estudiantes de Hogwarts se sentaban nerviosos en las mesas de las casas, esperando la hora para saber en que casa pertenecerían, Ron Weasley observaba con fascinación el techo encantado, donde las estrellas parpadeaban como en el cielo nocturno.
"¡Ronald Weasley!", llamó la voz de la profesora McGonagall, interrumpiendo sus pensamientos. Ron se levantó de un salto y se dirigió al taburete delantero, donde el sombrero esperaba.
"Hmm, otra Weasley", murmuró el sombrero mientras se posaba sobre su cabeza pelirroja.
Mientras tanto, en la mesa de los profesores, el profesor Severus Snape observaba con su típica expresión de desdén. Había visto a muchos estudiantes de primer año pasar por ese proceso, pero algo en el nerviosismo de Ron le intrigaba.
La voz del sombrero resonó en la cabeza de Ron, "Interesante... muy interesante. Veo potencial en ti, muchacho. ¿Ambición? Sí, la tienes. Pero también veo valentía y lealtad. ¿Dónde colocarte?".
Ron se retorcía en su asiento, preguntándose dónde terminaría. Y luego, como si hubiera escuchado sus pensamientos, el sombrero gritó en su mente: "¡GRYFFINDOR!".
Una mezcla de alivio y emoción llenó a Ron mientras se unía a la mesa de Gryffindor, saludado por los aplausos y los gritos de sus nuevos compañeros de casa. Sin embargo, en el rincón oscuro de la mesa de los profesores, Snape observaba con una mirada penetrante, como si hubiera detectado algo más en Ron Weasley.
La mañana siguiente, Ron se levantó con nerviosismo para su primera clase de Pociones con el Profesor Snape. A pesar de las historias inquietantes que había escuchado sobre el severo maestro de Slytherin, Ron estaba decidido a impresionarlo con sus habilidades mágicas.
Entró en el aula de Pociones con cautela, observando a los otros estudiantes que ya estaban allí. Cuando el Profesor Snape entró con su porte imponente, el aire pareció volverse más denso. Ron se esforzó por mantener la compostura mientras tomaba asiento.
La clase comenzó con instrucciones precisas y exigentes por parte de Snape. Ron se concentró intensamente, determinado a seguir cada paso al pie de la letra. Sin embargo, mientras mezclaba los ingredientes, sintió la mirada penetrante del profesor posarse sobre él, como si estuviera evaluando cada movimiento con atención.
A medida que la clase avanzaba, Ron se dio cuenta de que Pociones no sería una materia fácil. Sin embargo, en lugar de desanimarse, se sintió desafiado a mejorar y demostrar su valía al Profesor Snape, cuya mirada fría y crítica parecía ocultar algo más profundo, algo que Ron no podía entender del todo.
Una vez que la clase de Pociones había terminado, Ron se sintió aliviado al salir del aula. Caminó junto a Harry y Hermione por los pasillos de Hogwarts, discutiendo los desafíos de la clase y compartiendo sus impresiones sobre el Profesor Snape.
"¡Esa clase fue realmente difícil!", exclamó Ron, corriendo una mano por su cabello pelirrojo desordenado. "Parece que Snape espera lo mejor de nosotros desde el primer día".
Hermione asintió con seriedad. "Sí, pero eso no significa que no podamos hacerlo. Solo necesitamos estudiar más y practicar. Estoy segura de que podemos mejorar".
Harry asintió en acuerdo. "Tienes razón, Hermione. Y si necesitamos ayuda extra, siempre podemos recurrir a ti".
Ron sonrió, reconfortado por el apoyo de sus amigos. Sin embargo, mientras se dirigían al comedor para almorzar, no pudo evitar recordar la mirada intensa del Profesor Snape durante la clase. Había algo en él que lo intrigaba, algo más allá de su reputación como maestro exigente y distante. Ron se prometió a sí mismo descubrir qué era