CAPÍTULO 22

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Tras cincuenta y tres horas larguísimas, pero muy cómodas,  ya hemos pasado Madrid y hemos llegado a Tenerife. Desde arriba se veía muy bonito pero no tan grande como Chicago o California, es mucho más pequeña, aunque si digo la verdad, lo prefiero así, estaba empezando a aborrecer tanta ciudad.

 Justin no parece estar muy perdido, sabe exactamente por donde ir, y tampoco le da curiosidad por mirar a su alrededor, es más, no ha levantado la vista desde que nos bajamos del avión hace un momento.

          - ¿Has venido por aquí alguna vez aparte de esta?-, con curiosidad le pregunto.

          - No... ¿ por qué?-. Su voz no suena muy convencida pero le creo, no veo por qué no.

         - No, por nada-. 

Seguimos caminando dentro del aeropuerto, luego bajamos las escaleras mecánicas abarrotadas de gente, luego, nos paramos frente al hipódromo y mientras Justin espera a las maletas para recogerlas. El pobre no ha dejado de cargar, aunque no les cuesta nada cogerlas, sus bíceps aumentan de volumen cuando carga las maletas en el aire, sus venas se hinchan, no puedo evitar quedarme paralizada mordiéndome los labios mientras miro como se marca cada músculo de su cuerpo...

       - ¿Qué pasa? -, Justin me mira mientras deja la maletas en el suelo con mirada fija buscando respuesta.

      - Nada-. Digo rápido fingiendo naturalidad, pero creo que sé a dado cuenta en cuánto dejo de mirarlo veo por el rabillo del ojo como muestra una sonrisa torcida y encantadora al mismo tiempo.

Cuando salimos al exterior, el aeropuerto se ve mucho más feo y antiguo de fuera, pero dentro es más ''fino'' y luminoso. 

Estamos en el aeropuerto norte, o al menos eso a dicho la azafata en el avión. Por ahora no veo muchas novedades, frente a nosotros hay un descampado con autopistas  - Tenemos que pedir un taxi, otra vez-. Dice Justin, su cara de cansancio hunde el brillo de sus ojos, la verdad que lo entiendo, yo también estoy agotada, ya es prácticamente de noche, en California todavía eran las 12:00 am. ¡Este cambio de horario me va a volver loca!

   -  Creo que será mejor ir en el taxi directamente al sur, como tu propusiste antes, será más bonito y además ya es tarde como para hacer parones, así que por qué no cogemos el móvil... y alquilamos un piso, ya durante el resto de la semana compraremos y recorreremos la isla y disfrutaremos...pero ahora, solo quiero dormir-. Hago un triste intento de puchero pero me sale horrible y lo único que consigo es que Justin se ría. Pero acepta la petición. - Vaalee-.




El taxi llegó hace diez minutos, es más ya estamos de camino, hemos pasado lugares llamados Candelaria, que desde el coche se veía pequeño y con casas de tonos anaranjados, luego, pasamos por otro lugar, Güimar, donde no hemos visto mucho desde el taxi porque hemos callejeado mucho y después de pasar por largas autopistas que por cierto, vistas preciosas, al mar y a acantilados con zonas muy verdes, ahora estamos en la zona donde hemos alquilado un piso, en Los Cristianos, el taxista no se maneja muy bien con el inglés, así que nos está costando entenderle pero hace sus esfuerzos, pero por lo que le hemos entendido dice que hemos elegido buena zona para quedarnos, aunque sea temporalmente.

Por las ventanillas del taxi Justin y yo observamos cada detalle de lo que pasa fuera, en la gente,  en cómo es su acento y en la cantidad de extranjeros que hay. Muchas playas por todos lados, de varios tamaños, unas son más extensas, y otras pequeñas. Muchos quioscos donde comprar cosas de playa y también comida y bebida, también me he fijado que hay muchos restaurantes pero la mayoría de pescados y mariscos, su olor se filtra hasta entrar dentro del taxi. También, a pesar de que estamos en pleno octubre, el sol pega por todo lo alto, irradiando luz y calor por todas las playas, personas y montañas. La verdad que el taxista tiene toda la razón, hemos elegido un buen lugar para comenzar nuestra nueva vida.

          - *Hemos llegado-. Nos dice el taxista.

            * En Español.

         -  ¿Nos bajamos ya?-, me anima Justin.

Sin pensarlo dos veces nos bajamos del taxi entusiasmados y recogiendo nuestras dos maletas empezamos a caminar hasta el final del camino que se encuentra justo enfrente de la playa, tan cerca que hay restos de arena por el acera.

       - ¡ Ahhh!-, suelto un grito ahogado. Justin me mira con confusión y dice soltando una carcajada, - lo sé, a mi también me encanta-. Realmente en vez de estar huyendo de las leyes, parecen una vacaciones.

Llegamos al edifico donde está el piso que alquilamos por seiscientos euros al mes, no sé bien cuánto es eso en dólares pero según nos informó el taxista nos dijo que está muy barato. Pasamos por la pantalla de la puerta nuestra tarjeta virtual de entrada al edifico y entramos al fin. Subimos las escaleras y en la sexta y última planta vemos nuestro apartamento, la verdad que nos da mucho placer haber llegado al fin, nos resultó muy complicado alquilar el piso por la plataforma, pues la mayoría de la información estaba en Español, hasta que la traducimos.

Dejamos las maletas en la pequeña sala y Justin recorre el pequeño pisito. Frente a la puerta de entrada hay un sofá cherlón blanco con una mesita de centro de madera tradicional, detrás hay una cocina americana con una pequeña mesa, al lado, hay dos escalones que dan a un piso de doble altura donde se encuentra un dormitorio con un baño y un balcón. 

        - Perfecto para dos enamorados-. Me dice Justin embocando una gran sonrisa mientras apoya las manos en mi cintura y me acerca a él aún sonriente. 

      - Ya es perfecto contigo-. Le digo mientras le devuelvo una sonrisilla de broma porque se que dirá: no seas cursi... 

    Y eso es exactamente lo que ha dicho, - no seas cursi...-. Me río a carcajadas y apartándome de él le digo cogiendo el teléfono de mi bolso.

      - Antes de nada, déjame hacer un par de llamadas, tengo que cancelar mi asistencia a la universidad, el alquiler del apartamento y tu... deberías llamar a Jessica y Harrison para contarles que ha pasado de nuestras vidas, son buenos no se chivarán, ocultarán nuestro secreto-.

     - Lo que usted diga reina-. Y nuevamente me besa con su tiernos labios.

Antes de hacer ninguna llamada miro fijamente las vistas a través del ventanal del salón que tanto me llaman la atención, el oleaje del mar y el movimiento de las palmeras por la brisa. Esto me lleva a pensar, querida Ava, has pasado mucho, has sufrido mucho, y por ello te mereces tanto. Ríe, baila, salta...tan solo disfruta y comienza tu nueva vida. 














Nuestro destino [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora