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Hoseok se dejo llevar por ese sentimiento tan extraño y aterrador.

Agust se adueñó de sus labios, con un beso tranquilo que poco a poco se fue volviendo demandante, descontrolado, exigiéndoles quedarse sin aire.

Hoseok ladeó su cabeza y con movimientos suaves comenzó a devorar la boca de Min, como si su vida dependieran de esos finos labios que seguían su ritmo con delicadeza.

Agust comenzó a mordisquear el labio inferior de Hoseok, sacandole un pequeño chillido que fue ahogado con otro beso, con impaciencia, comenzó a juguetear con la lengua ajena, creando chasquidos con el roce de ambas.

Hoseok se sentía ahogado en la euforia, abrió su boca dándole la libertad a Agust de explorar con su lengua y hacerlo enloquecer.

Con un movimiento ágil, Agust logro posicionar a Hoseok sobre su regazo, con ambas piernas flexionada a los lados, comenzó a explorar con sus manos la cintura ajena, creando escalofríos en Hoseok, quien se removió sobre la ingle creando movimientos suaves que hacian enloquecer al pelinegro.

- Hoseok, ¿Puedo tocarte?.

Pidió por su consentimiento, separándose apenas de sus labios.

Hoseok sintió sus mejillas arder. No estaba dopado por el efecto de las pastillas, y no había tomado tanto alcohol como para decir que estaba ebrio. Está vez no había excusa.

Con una sonrisa nerviosa le dió su permiso.

Agust volvió a besarlo, al mismo tiempo escabullo sus manos por debajo de la tela de su camisa, tocando su piel con suaves caricias que lo hacían estremecer.

- Señor, sus manos están frías. - se quejo en un pequeño murmullo nervioso.

- Agust, no señor. - dijo mientras bajaba a su cuello para besarlo.

Hoseok sintió los labios sobre su cuello y cerro sus ojos con fuerza.

- Dilo.- ordenó.

Hoseok se sentía hipnotizado por esa voz grave. Y obediente dijo su nombre.

- Agust.

Min sonrió satisfecho. Estaba convencido, Hoseok era el único que le podía hacer sentir mil cosas con solo una palabra, una sonrisa, una mirada.

Con agilidad, recorrió de la cintura a la cadera, Hoseok lo seguía besando con sus ojitos cerrados.

Agust bajo sus manos hasta los glúteos y sintió el cuerpo de Hoseok tensarse al mismo tiempo que detuvo el beso. Agust confundido alejo sus manos, después alzó su mirada y se encontró con la mirada de Hoseok totalmente atemorizada.

Hoseok sintió cada músculo de su cuerpo en tensión, el miedo cruzó su rostro y la tristeza nublo sus fracciones.

- Perdón, perdón... - con un sozollo, se bajo del regazo ajeno y camino hacia la puerta.

Casualidad y no destino - (Sope) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora