Tenerlo o no tenerlo, esa es la cuestión

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A la mañana siguiente

Charlotte no sabía exactamente cuánto tiempo llevaba mirando dormir a Engfa. Esta era el recorrido número un millón que la morena hacía con su mirada sobre el cuerpo de su novia. Engfa estaba tendida boca abajo abrazando una de las almohadas, y estaría completamente desnuda si no fuera porque la rubia insistió en que tenía que ir al baño y cuando volvió venia con ropa interior puesta en una especie de intento de calmar a la deportista, intento que no funcionó muy bien porque Charlotte hizo de las suyas y logró sacarle la prenda de arriba a su novia y se dedicó a entretenerse con los pechos de su chica. Por eso ahora Engfa vestía solo una diminuta bombachita blanca por supuesto. Prenda que Engfa consiguió negociar con la morena para que se la dejara puesta.

Con su mano, Charlotte empezó a recorrer el cuerpo de Engfa. Le gustaba, mejor dicho, le encantaba ver contraste de su mano morena con la piel clara de su novia. Cuando estaba juntas no se notaba tanto, pero en la intimidad de la pieza, bueno y en otras habitaciones también, era cuando Charlotte se daba cuenta la verdadera diferencia de color entre las pieles. La primer parte que recorrió con sus dedos fue las piernas de la artista. La morena sabía que a Engfa no le gustaban sus propias piernas, más de una vez se lo había dicho, y Charlotte aseguraba no poder entenderla. Eran perfectas. Totalmente proporcionales a su cuerpo. De hecho, uno de los momentos preferidos de Charlotte era esperar a que Engfa se bañara y luego entrar en la pieza sin hacer sonido alguno y quedarse embobada mirando como su novia en cremaba sus piernas. Esto jamás iba a salir de la boca de Charlotte, pero las piernas de la rubia eran la alfombra roja perfecta para la parte preferida de ella, La cola de Engfa. Parte que la morena empezaba a recorrer con su mano. Su dedo índice contorneaba la única ropa interior que le quedaba a la artista.

Charlotte sabía que su novia era conciente del poder que tenía sobre la morena cuando meneaba sus caderas, la rubia lo sabía y lo manejaba como ella quería. Había veces que Charlotte trataba de negarse, pero simplemente no podía. Bastaba con que Engfa moviera las caderas y la morena estaba lista para subir a un piso veinte y tirarse de cabeza a una fosa llena de pirañas hambrientas. Charlotte suspiró y sacó la mano de ese lugar para llevarla a la espalda de su chica. Como buena deportista, la morena podía distinguir varios músculos de la espalada de su novia, de hecho, los repasó uno por uno con su mano, su chica todavía tenía rasgos de porrista y eso la volvía loca.

Decidió parar su recorrido, demasiada tentación para ella y no quería despertar a su novia... ¿o sí? Cuando estuvo a punto de levantarse para ir a darse una ducha Engfa giró su rostro y sin querer soltó un pequeño sonido. "Cambio de planes" Se dijo la morena y con todas las intenciones de frenar el sueño de su mujer. Puso una rodilla del lado derecho del cuerpo de su chica y otra del lado izquierdo. Iba a llenar de besos la espina dorsal de Engfa. A medida que iba besando la espalda de Engfa se aseguró de que sus pechos rozaran la piel de su chica.

Un movimiento de Engfa le hizo saber a la morena que estaba logrando su cometido – Mmm... Char... – Al principio pensó que era un sueño, hasta que sintió la voz de su novia muy cerca de su oido.

- ¿Vamos por el record? – le susurró Charlotte que besaba ahora el cuello de Engfa y con sus manos jugaba con los costados de la prenda interior de la rubia. La morena quería esa ropa lejos del cuerpo de Engfa.

Apenas la rubia sintió las manos de su novia en su trasero reaccionó, frenó las manos que estaban a punto de dejarla desnuda y se dio vuelta suavemente. Aún seguía tratando de abrir sus ojos.

Atacar con su frente no fue un movimiento muy acertado por parte de la fotógrafa, apenas Charlotte localizó los pechos de su chica se le hizo agua a la boca, si me permiten esa exageración.

- Esto es lo que yo llamo un desayuno cinco estrellas – le dijo la morena que se inclinó para comenzar con su alimentación diaria.

- Bebé... Char... ¿Sólo aguantaste tres horas? – hacía tres horas nada más, que la había dejado dormir.

Cuando, Donde y Como el Amor Quiera ❧ EnglotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora