El cuento de pinocho

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Dos meses después - Casa Austin Waraha

Charlotte estaba en la sala de su casa acostada en el sillón, con su nieta sentada en su estómago y apoyada en las piernas alzadas de la morena. Mientras Engfa, las miraba desde la entrada de la sala sin hacer ruido para no interrumpir ese momento.

- ¿De quién es esta naricita? – Charlotte alzaba su mano y con su dedo dibujaba la nariz de Leni - ¿Y estos ojitos? – ahora recorría el párpado de la bebé - ¿Y estos cachetitos? – Con ambas manos agarraba el rostro de la pequeña - ¿Son todos de la abuela cierto? – jugó Charlotte

- Bla fffffurrrffffff bla pruuuff – Leni balbuceaba cosas sin parar

- Tienes razón – dijo Charlotte – le podríamos dejar algo a tu otra abuela, después de todo ella es la dueña de la belleza que heredaron ustedes... deberíamos darle una orejita, aunque sea – poco generosa con su mujer. Leni se dejó caer en el pecho de su abuela y mientras le babeaba la remera, jugaba con las partes del rostro de la deportista.

- Definitivamente este pequeño traserito – Charlotte la tenía agarrada de la cola – Es mio... y no lo comparto con nadie ¿Cierto ovejita? – la pequeña ahora pasaba a morder la pera de su abuela.

- Soy tan irresistible que me quieres comer a besos – le dijo a la bebe – Lo mismo que le pasa a tu abuela Engfa, no puede dejar de tocarme ni de darme besos... hay veces que me tengo que venir a este sillón para que deje de acosarme... - mentía

Engfa no aguanto y tuvo que intervenir - ¿Acaso le estás mintiendo a nuestra nieta? – la rubia caminó hasta el sillón y se sentó en la otra punta entrecruzando sus piernas con las de su esposa. Apenas Elena vio a su otra abuela trató de gatear por el cuerpo de la morena para llegar a la rubia, Charlotte la tuvo que ayudar con sus manos.

- Ratita traicionera junior, me cambias por un buen par de te...

- ¡Charlotte! – Engfa pensaba que Elena era muy pequeña para escuchar las guarradas de su esposa

- Un buen par de ojos – terminó la frase incorporándose en el sillón para llegar a la boca de su mujer – y los labios más ricos del mundo – la besó. Elena sentada en las piernas de la rubia no quería que se distrajeran entre ellas asique se colgó del cuello de su abuela.

- ¿Hablaste con Kara? – Le preguntó la morena logrando que su esposa asintiera - ¿Ya están instaladas en el hotel? – Kara y Lena habían decidido hacer un viaje romántico por Europa.

- Si... aunque extraña mucho a Leni – contestó besando la cabecita de su nieta – Lena dice que apenas recibió la foto que le mandamos de Elena durmiendo entre nosotras se largó a llorar y empezó a decir que era una mala madre por no llevarla con ellas – contó riendo.

Charlotte rió con ellas – Ya vamos a ver si sigue pensando lo mismo después del sexo europeo. ¿Recuerdas nuestro viaje a Europa? Al segundo día ni nos acordábamos que teníamos hijas... Tu hasta quisiste abandonarlas y quedarnos a vivir en Italia – le refrescó la memoria a su esposa.

- No es cierto – Charlotte la miró

- Leni dile a tu abuela Engfa, que si miente le va a crecer la nariz como a Pinocho – Charlotte apretó la nariz de su nieta.

- Por lo menos esta vez usaste el cuento infantil – Charlotte le solía contar a Engfa, la historia de una pinocha, que cuando mentía en vez de crecerle una nariz, le crecía un miembro entre sus piernas. De más está decir que en la cama Charlotte actuaba de pinocha y Engfa era la esposa que la hacía mentir.

- Con Elena sí, pero si quieres esta noche te cuento "pinocha" a ti – la ovejita estaba hecha un sándwich entre sus abuelas. Pero no se crean que la bebe se quedaba atrás, parada entre media de ambas las imitaba y empezaba darles besos sopapa a las dos.

Cuando, Donde y Como el Amor Quiera ❧ EnglotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora