Capítulo XXIX

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«Hay reencuentros que te hacen replantearte tu vida»

— Desconocido.

🥀🥀🥀

Marco.

Los años de experiencia eran reflejados en cada acción por parte de la comandante Sullen, me había enfocado en obedecer cada orden y no intentar nada. Aunque lo hiciese, sería en vano. Solo sería una tonta excusa para calmar el dolor buscando falsas esperanzas, y debía poner un límite en todo eso.

—¡No hay nada por aquí! —anunció el encargado de armar el perímetro.

—Perfecto—musitó el faraute observando la pequeña esdrújula que colgaba junto a la cadena plateada—. Aún nos queda recorrido, pero podemos descansar esta noche.

Observé con curiosidad el lugar a donde había dirigido la mirada, entonces nuestra líder da ordenes de formar la acampada y asignó a los primeros vigilantes nocturnos.

—Arturo, comunícate con los recolectores.

El hombre era un par de años menor que ella, era usual que los farautes fueran jóvenes capacitados para utilizar el comunicador que nos vinculaba a la torre. Había permanecido cerca de la comandante desde los inicios del recorrido, en parte suponía que era para mantener un ojo sobre mí. Eso me permitía estar al tanto de lo que sucedía en cada momento.

—Comandante Sullen, informan que no han encontrado rastros de peligro, pero aún no encuentran a las personas que han salvado.

El detalle capturó mi atención. Supuse que no lo habían comunicado con la torre blanca o todos estaríamos enterados. Había una pequeña luz de esperanza que había querido resguardar.

—¿Han encontrado personas? —indagué.

El hombre que me ganaba en edad volteó hacia la comandante, quién le otorgó aprobación para hablar.

—Un buen grupo de licántropos atacaban a dos personas, los recolectores han logrado intervenir—explicó—. Pero al parecer, desaparecieron unos días después sin dejar rastros.

Una corazonada me estremeció, ¿Cómo era posible que desaparecieran así? Si realmente eran humanos, lo más razonable sería permanecer con los recolectores que les proporcionarían seguridad.

Mordí mi lengua. La última corazonada que había tenido y compartí con alguien hizo que las cosas tomaran rumbos desastrosos. Puede que no hayamos sido tan discretos a lo que creímos, aunque Julietta y el comandante Miller desenmascararon a Gale, hubiera sido mejor preparar todo para hacerlo prisionero y entregarlo a la torre. Puede que así muchas cosas se hubieran evitado, entre ellas, que escapara y planeara esa emboscada mientras estábamos divididos.

No podía dejar de culparme. Debí haber sido más inteligente, haberlo previsto y muchos seguirían con vida.

—¿Te encuentras bien? —la voz de la comandante me hizo voltear—. No has comentado nada, ¿tienes algo que quieras compartir?

Negué. Las cosas serían mejor de esa manera, no volver a darle tantas vueltas a las cosas y solo dejarme llevar por lo que debía hacer en ese nuevo escuadrón.

—Bien, ve a descansar un poco—me señaló la acampada y solo me limité a obedecer.

Las cosas no serían tan complicadas de al menor poder dormir tranquilamente. Intenté posicionarme de lado, pero solo conseguí imaginarme su ancha espalda descansando como en otras ocasiones, su cabello azabache despeinado y las marcas de tinta apenas visible en su incipiente cuello.

Destello Nocturno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora