«La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando»
—Ernest Hemingway
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Julietta.La lluvia descendía con intrepidez queriendo envolver a todos en el caos. Las cosas habían cambiado drásticamente, llegando al punto de ser imposible reconocer lo que antes creíamos comprender.
La voz de Allek llamó mi atención, estaba fuera del lugar en donde habían retenido a Denrek. Paseaba de un lado a otro protestando en lo bajo y agarrando su corto cabello con gran desesperación. Fui a su lado.
Puede que no compartiéramos el mismo amargo sentimiento en particular, la situación le sería peor de lo que era para mí. Después de todo, admiraba a Denrek Miller, tenían una especie de amistad lejos de los rangos y lo había engañado como al resto.
—Sé que la estás pasando mal, pero debes mantener la calma.
Volteó pasando una mano por todo su rostro como un intento de controlar los nervios, soltó un agotado suspiro. Se podía reflejar claramente el dolor en su mirada.
—Creí que era mi amigo—musitó con un hilo en su voz—. Pero siempre fue él y los suyos quienes nos han arrastrado al borde de la extinción, quienes nos hacen ocultarnos como ratas. Es posible que ni siquiera haya sido sincero con nada de lo que me ha dicho.
No tenía las palabras adecuadas, frente a mis ojos tenía a un muchacho destruido. Alguien que no podía manejar lo que estaba sucediendo. Todos estábamos molestos con Denrek, era inevitable tener esa horrible sensación de la traición.
—¡Miserable!
La caótica voz de Paul sorprendió a muchos, dos hombres más salían a sus espaldas quitando las vendas de sus manos cubiertas de sangre. Con Allek nos apresuramos a llegar a su lado.
—¿Qué es lo que sucede? —pregunté.
Habían estado demasiado tiempo en donde lo tenían retenido. Paul dio unas indicaciones a sus acompañantes antes de voltear a vernos.
—El grupo Omega no responde—unas simples palabras que alteraron mi corazón—. Creemos que todo esto de las divisiones fue una trampa para que los licántropos nos acabaran.
No pude evitar pensar en Marco y Dave que pertenecían a ese grupo. Intenté preguntar por el escuadrón beta, pero aquello había alterado todavía más a Allek.
—¿Ha dicho algo?
Paul tomó asiento sobre un tronco.
—No, ni de dónde viene, en dónde está su manada, porqué nos dividió o qué le pasó a ese grupo. No quiere hablar.
El silencio nos invadió junto a la helada brisa. La noche estaba en su mayor punto, todos los acompañantes de Paul se habían encargado de retener a Denrek antes de cambiar de forma. Solo podía pensar en Evans y Marceline, y el riesgo en el que se encontraban.
—¡Señor Paul! —un hombre del escuadrón seis se acercó a nosotros—. El grupo beta se comunicó, los licántropos los están persiguiendo y no saben si podrán escapar.
El corazón se me detuvo. Volteé hacia el hombre que nos había dado esa información.
—¿Les han dado su ubicación?
Me mostró el mapa que anteriormente estaba al cuidado de Allek.
—Están por aquí, en medio del área dos y tres. Donde nos debíamos encontrar.