«No existen héroes ni villanos, solo personas con distintos planes»
—Ben Urich.
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Julietta.
Escuchaba el sonido del agua caer a través del ventanal, algunas pequeñas gotas se deslizaban por el cristal hasta perderse entre la propia construcción. Todo estaba oscuro. Empujé un poco la base para permitir que la helada brisa acariciara mi rostro.
El olor húmedo de la tierra inundó mis fosas nasales. Cerré los ojos y disfruté de aquel momento. Siempre me había gustado la lluvia, admiraba la capacidad que tenía de cambiar todo en cuestión de segundos. Limpiaba la suciedad de la sangre entre las paredes, eliminaba un poco el hedor a muerte y vacío.
Infundía entre la oscuridad y nos hacía recordar que aún estábamos con vida.
Me permití divagar entre los únicos fragmentos que poseía de recuerdos. En donde habían caballos durmiendo dentro de un establo, con la única iluminación de un pequeño fuego de alguna farola sostenida por un hombre. Su mirada reflejaba tranquilidad, y portaba una barba de varios meses con algunos destellos blancos ocultos entre esta.
Habían más niños escuchando sus palabras, que nunca lograba recordar, cada uno vestía sencillamente y permanecíamos estrechos entre todos nosotros. Percibía las luces exteriores de la tormenta, y pronto la escena se desvaneció.
Sentía el corazón acelerado, me enfoqué en respirar suavemente hasta calmarlo.
Siempre que ese recuerdo aparecía, solía haber un entorno similar. Lluvia, oscuridad y silencio. El tiempo que había tenido desde que ese fragmento apareció me hacía creer que aquellos niños eran mis hermanos, también me hacía preguntarme si estarían en una situación similar, o había sido la única alejada de todos ellos.
No había manera de saberlo y era lo más frustrante.
Me concentré en buscar a Evans con la mirada, aquel muchacho llamado Allek fue nuestro guía hasta unas construcciones abandonadas. El grupo al que llamaban escuadrón seis se había dividido para hacer lo que conocían como perímetro y a la vez permitirnos descansar del agotador trayecto que habíamos tenido.
Todos teníamos muchas dudas al respecto, tanto del dispositivo que nos había guiado hasta aquel lugar, como de la aparición de aquellas personas. Allek nos pidió ser pacientes y atender a los heridos, antes que nada.
Logré encontrar a mi hermano cuidando de los heridos, siempre admiraría su nobleza, la eterna solidaridad que siempre mostraría a diario. Aquella mirada preocupadiza nunca me pasaría por alto. Lo conocía demasiado para saber que planeaba echarse la culpa por todo lo sucedido.
Me acerqué a él y me recibió con una tranquila sonrisa.
—Tienen mejores remedios para las heridas, es un alivio—señaló mientras echa otro vistazo por aquellos heridos que están siendo atendidos.
Realmente habían llegado en el momento más oportuno, sin ellos todos hubiéramos muerto.
—¿Has hablado con el líder? —pregunté.
No tenía ni idea de cuánto tiempo llevábamos resguardados de la lluvia en aquel lugar, pero nadie se había acercado a nosotros para ampliar nuestro panorama, para presentarse de manera más concisa, y saber lo que le había sucedido a aquellos hombres de los que solo teníamos sus nombres grabados en metal.
—No—vio hacia abajo, estábamos en una construcción con dos plantas, la mayoría de los integrantes del escuadrón seis estaban resguardados en la principal—. Ni siquiera tengo idea de quién es.