🌺Liars🌺[Flore Humanity I]

🌺Prólogo🌺

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Liars, Painful Melody

Prólogo

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Mansión Ragnvindr - Mondstadt

La ansiedad lo consumía, sus piernas no dejaban de moverse, haciéndole caminar de un extremo al otro del pasillo que quedaba fuera de la habitación donde su mujer estaba en plena labor de parto, trayendo al mundo a su segundo heredero. La partera le había pedido que se mantuviera fuera para darle más espacio a su esposa y para que tanto las sirvientas pudieran moverse con más agilidad para atender la situación sin problemas.

Le había pedido a su mayordomo que cuidara de su pequeño primogénito de apenas dos años, después de todo, era absurdo incluir a un niño tan pequeño en algo que no entendería y dónde su mamá estaba sufriendo. Ya después unirían a ambos hermanos cuando el viento en aquella mansión se hubiera calmado.

El llanto estalló de repente, viniendo de aquella alcoba. Por fin, ese pequeño retoño había nacido.

Sin embargo, pasaron los minutos y ninguna de las sirvientas salía a darle el paso a la habitación para ver a su esposa, tal como había sido en el caso del pequeño Diluc hace dos años. El ambiente comenzaba a sentirse un tanto tenso y pesado.

Algo no estaba bien.

Poco después, la puerta de roble por fin se abrió, siendo la misma matrona quien se asomó buscando al hombre de hebras rojizas, indicándole que se acercará mientras la joven Adelinde traía entre sus brazos aquel pequeño bulto que acunaba entre las sábanas, tratando de apaciguar su llanto.

—Lord Crepus, ha nacido— con extremo cuidado tomó al bebé, alzandole en dirección a su padre —Es una fuerte y hermosa niña.

Los ojos carmesí brillaron cuál rubíes al ver esa pequeña y regordeta carita, tomándola de inmediato entre sus brazos como si se tratara del objeto más delicado del mundo, y pues vaya que para el hombre lo era.

Cómo si por arte de magia se tratase, el llanto cesó poco a poco, sacando una orgullosa sonrisa del mayor.

Pero, aún con su bella heredera en brazos, no dejaba de sentir que algo pasaba, que algo estaba mal, más aún al ver la expresiones melancólicas de aquellas mujeres que habían estado atendiendo el parto.

—Mi Lord— llamó de nuevo la partera, el otro le miro con atención, sintiendo una gran presión en sus palabras —Hicimos todo lo que pudimos para que la pequeña naciera completamente a salvo... Pero...— tragó grueso, sus palabras eran pesadas, le costaba el pronunciar —La Señora no pudo con ello... Lo lamento...

El tiempo pareció detenerse en ese instante.

El brillo que reinaba en sus ojos desapareció. Su piel blanca palidecio aún más. Su mirada no era sorpresa, no era dolor, no era tristeza, no era enojo, solo una expresión vacía.

Adelinde se hizo a un lado junto con la matrona, dejando al noble pasar a la habitación, colocandose al lado de la cama donde ahora yacía el cuerpo sin vida de su mujer, de la madre de sus ahora dos hijos. Tan bella incluso en ese momento.