🌺Capítulo 23🌺

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Liars, Painful Melody

Prólogo — Capítulo 23


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Viñedo del Amanecer — Mondstadt

La lluvia seguía llenando cada rincón de Mondstadt, el cielo lloraba la pérdida de uno de lo hombres más queridos en la Tierra de la Libertad. La noticia de la muerte del magnate no había tardado en correr a través de los ciudadanos que iban hasta la Catedral de Favonius y la entrada de la Mansión Ragnvindr a dejar las flores para mostrar su pésame y respeto hacia la familia del vino por la pérdida de su Patriarca.

Sabían que no debían acercarse por ahora a los terrenos aledaños al Viñedo del Amanecer, pues ese era el lugar donde se solía llevar a cabo el último adiós a los miembros del Clan vinicola, además de que su ubicación de entierro no estaba muy lejos de ahí.

Se habían hecho todos los preparativos lo más rápido posible, siempre era algo muy sencillo, después de todo. La servidumbre había parado todas las tareas a las que se dedicaban para poder estar en el luto de la familia Ragnvindr, el único que era parte externa de toda esa gente era Venti, a quien se le había permitido quedarse para ser el soporte de la pequeña Erika que aún parecía no poder responder del todo bien a lo que estaba pasando a su alrededor.

Ni siquiera estando en frente del feretro donde yacía el cuerpo de su padre la había sacado del profundo shock en el que se encontraba, su mente trataba de negar lo que acontecía y por lo tanto no hacía más que llorar en silencio mientras el bardo trataba de consolarla abrazándola.

Diluc había llegado sólo a revisar que todo estuviera siguiendo su curso para después volver a retirarse hacia la Sede de los Caballeros de Favonius, tenía que ir a arreglar las cosas de este asunto con Varka o Eroch, el primero con quien se encontrase.

Por otro lado, Kaeya no se había parado en el Viñedo en ningún momento, incluso Diluc había preguntado a la servidumbre si lo habían visto, a lo que Adelinde y George negaron. El joven hijo adoptivo de los Ragnvindr no había aparecido hasta ahora para el funeral o los arreglos de su padre, pero todos creían que tal vez era por que se encontraba casi en el mismo estado que la pequeña azabache.

Adelinde y Elzer aparecieron en el lugar donde se encontraba el bardo con su alumna, mirando como este parecía un poco cansado. Los Arcontes no solían requerir el descanso como los humanos, tenían gran aguante, pero eso no significaba que las emociones no les golpeara fuertemente, que era lo que ahora estaba pasando con Venti. Ya había pasado casi un día desde que estaba cuidado a Erika sin despegarse de su lado.

—Joven Venti— habló en voz baja la sirvienta, que se encontraba un poco más tranquila que el día anterior —Puede dejarnos a nuestro cuidado a Erika, usted también necesita descansar, ya ha hecho mucho por nosotros.

—Yo... No sé si debería...— murmuró, mirando a la joven ira sentada un poco más adelante de él, en lo que Elzer se colocaba casi a su lado —¿Están seguros de que no necesitan una mano con la situación?

—Tranquilo, ella estará bien, nuestra niña es muy fuerte... Además, no creo que nuestro Jo...— su voz se cortó de repente —No creo que nuestro Maestro Diluc tarde en llegar, igual con el Joven Maestro Kaeya... Entre los tres podrán cuidarse, no se preocupe— mencionó, corrigiendo el nuevo título nobiliario que ahora le correspondía al pelirrojo.

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