🌺Capítulo 9🌺

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Liars, Painful Melody

Prólogo — Capítulo 9

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Taberna "El Obsequio del Ángel" — Mondstadt

Los días festivos en Mondstadt se acababan, por lo que los comerciantes y dueños de negocios empezaban a hacer cada uno de los papeleos y cuentas finales de lo que habían ganado en esas dos semanas de continuas fiestas donde, gracias a su Arconte, sus ventas siempre eran muy favorecedoras.

Uno de los tantos comerciantes, y probablemente al que siempre le iba mejor en la Ciudad, era Crepus, que ahora se encontraba haciendo cada una de las escrituras de las ganancias en sus libros. Era de noche, la Taberna había cerrado y aprovechaba para hacer todos sus movimientos en la barra principal mientras que su nuevo bartender Charles seguía dejando todo listo para el siguiente día, que ya sería trabajo con horario normal.

Sus tres retoños descansaban en la habitación del segundo piso. Habían llegado muy cansandos; Diluc y Kaeya habían estado patrullando durante un rato en la tarde con los Caballeros, mientras que Erika había pasado el día con Venti, ayudándole en sus presentaciones y en algunos encargos que el Bardo tomaba de la gente para ganarse unas cuantas Moras.

Estaba seguro de que esa noche se quedarían ahí y no pisarian la mansión hasta el siguiente día.

Una vez que Charles le aviso que todo estaba listo y se despidió para retirarse a su hogar, Crepus se quedó completamente solo mientras terminaba sus informes, escuchando el sonido del viento que soplaba suavemente en las calles ya casi desiertas.

Pocos minutos después, entre las suaves brisas se escucharon unas cuantas ráfagas y remolinos, lo que hizo que el magnate detuviera su trabajo por unos instantes, hasta escuchar el suave golpeteo en la puerta principal del negocio. Dejó la pluma y cerró el libro para levantarse y recibir a su visita sorpresa.

—Maestro Crepus, ¡Es un gusto verlo de nuevo!— saludó el pequeño Bardo con su gran sonrisa, quitándose su llamativa boina verde, dejando ver todo su cabello.

—El gusto es mío...— murmuró con un poco de duda al llegar a pronunciar su nombre. El chico volvió a sonreír.

—Por ahora soy el Bardo Venti, aunque creo que solo lo seré por los primeros minutos.

—Bien... Pues entonces déjeme darle la bienvenida como mi Señor Barbatos desde el inicio— respondió, llevándose una mano sobre su pecho mientras inclinaba un poco su cabeza, invitando al otro a pasar.

—Ya hemos hablado lo de las formalidades antes, Señor Ragnvindr.

Venti entró al local y se acercó a la barra colocándose sobre uno de los bancos altos, dejando su Lira y su boina en la madera de roble, mientras que Crepus volvía a cerrar la puerta con llave.

La copas dos copas se observaron sobre la mesa, siendo llenadas con ese líquido del bello color de las uvas, siendo una de estas tomadas por el de apariencia más juvenil, bebiendola con cuidado y sutileza.

—Es raro que pueda beber tan tranquilamente durante el día, con eso de que todos me miran raro por que parezco más joven de lo que soy...— mencionó, jugando un poco con el líquido dentro del cristal —Le prometo que le pagaré lo que llegue a beber esta noche.

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