Erika tiene una vida tranquila y soñada al lado de su familia en Mondstadt. Es feliz con sus hermanos y todo parece una fantasía hecha realidad a pesar de las pocas situaciones difíciles que a veces se atraviesan en su día a día.
Pero todo esto camb...
La noche era silenciosa. Todos ya estaban en sus respectivos hogares, descansando para el siguiente día de trabajo en la Ciudad de Barbatos. Sin embargo, como siempre, había algunas pequeñas excepciones al descanso nocturno, tal era el caso de un chico de cabellos rubios que se negaba a dejar sus investigaciones hasta terminarlas.
Alice no había ignorado eso, después de todo, también estaba terminando de arreglar algunas cosas para salir en un pequeño viaje en unos días más. Como sabía que Albedo no solía cuidarse a sí mismo, había llevado unos cuantos aperitivos junto algo de jugo de manzana para que el chico al menos no estuviera por colapsar a mitad de la noche.
—Incluso Klee esta heredando el mal hábito de estar despierta a esta hora— mencionó, teniendo a la pequeña en sus brazos.
—No creo que ese sea el único mal hábito que este heredando— dijo con simpleza sin despegarse de su lugar de trabajo.
—Oh vamos, eso no es nada malo... Será tan fuerte como su mami algún día, ¡Eso me alegra tanto!
Un suspiro salió de los labios del rubio, pasando a tomar un poco del jugo al terminar de anotar algunas cosas en su diario. Alice sonrió ante ello.
—Rhine también solía ser muy irresponsable con ella misma, así que sé cómo tratar contigo... Espero cambiar eso de ti.
—Creo que sería lo mismo que tratar de quitarle lo Piromana a Klee.
—Eso ya lo veremos— comentó con orgullo, acomodando a la pequeña niña entre sus brazos —Por cierto, Albedo... ¿Por qué no vuelves a hacerle la invitación a Erika para que le enseñes algunas cosas sobre la Alquimia?
—¿Tal vez por qué ella está muy ocupada con las cosas de su familia después de la muerte de su padre?— preguntó con ironía.
—Precisamente por eso, la ayudarías a distraerse un poco de todo el estrés de los negocios y las cosas aburridas a las que se dedicaba Crepus.
—Que respeto por el luto de los Ragnvindr...
—¡Ay vamos, no es para tanto!, eh visto a Erika últimamente por la ciudad, la pobre es muy pequeña para estresarse con todo eso de golpe, me dolería mucho ver a alguien tan joven acabarse poco a poco por ello.
—Alice...
—Puedes hacerlo en unos días, tampoco te voy a obligar... Pero sería una buena forma de que la ayudarás y al mismo tiempo de que conocieras una buena amiga.
—No sé si sea la mejor opción.
—Créeme, ambos encajan muy bien... Desde pequeña siempre la eh visto metida en los libros, es una chica muy inteligente y es muy linda... ¡Tal vez incluso...!
—¡Esta bien!— exclamó antes de que terminará la última oración —Ya lo pensaré, puede que la busque uno de estos días... Pero por favor, para de decir esas cosas...
—Me parece perfecto— sentenció con altivez, había ganado la discusión. Albedo sólo rodó sus ojos y volvió a seguir con su investigación.
—¿No dijiste que ibas a buscar Lucettas aprovechando que es de noche?
Aquello hizo volver a bajar los pies a la tierra a la mujer Aventurera, quien se levantó de inmediato de su asiento y fue corriendo a dejar a Klee a su habitación, sin hacer tanto ruido para no despertar a la pequeña. Después volvió al pequeño laboratorio improvisado por sus cosas.
—No creo tardar mucho... Si Klee despierta y quiere algo ayúdala por favor... O gritame de tal forma que lo oiga hasta donde estoy.
El rubio solo hizo una seña con la mano, sin siquiera voltear a verla, escuchando como la puerta de la habitación se volvía a cerrar, dejándolo por fin en completa soledad por primera vez en el día.
El joven Alquimista levantó la mirada hacia la ventana que tenía frente a él, observando cómo aquella chica salir del lugar y poco a poco se iba perdiendo entre las calles de Mond.
Dejó sus cosas en su lugar, sacando una llave de uno de los bolsillos de su pantalón, caminando hasta el escritorio de Alice y encontrando el único cajón con cerradura que había en el lugar. Una vez abierto, busco entre los papeles, hasta toparse con el libro que le interesaba.
Lo abrió, dándose cuenta de que justamente era lo que buscaba al reconocer el lenguaje que había dentro. Poco a poco fue hojeandolo, hasta encontrarse con dos partes sueltas que eran las que le interesaban. Una de ellas parecía muy antigua mientras que la otra era relativamente nueva a comparación.
El extranjero se quedó mirandolas por un rato, examinando el contenido de cada una, escribiendo en su propio diario todo lo que podía para tenerlo presente en días posteriores.
Una vez obtenida toda la información, volvió a colocar todo en su lugar, siendo lo más perfecto posible para que no hubiera sospecha alguna de la usurpación. La llave ya se encargaría de volver a ponerla en el cinturón de Alice cuando ella volviera y se fuese a dormir.
Volvió al lugar que le correspondía a él, siguiendo con algunas notas debajo de lo que había plasmado recientemente en el papel.
"Proyecto Flore Humanity" (Flor de la Humanidad) Era lo escrito en el pergamino más antiguo.
"Proyecto Aurora Flore" (Flor del Amanecer) Se podía leer en el más reciente.
—Dos proyectos, dos nombres diferentes... Pero el mismo objetivo...— se decía a si mismo mientras seguía escribiendo —Uno hace más de quinientos años, destruido por la catástrofe... Otro que prácticamente acaba de iniciarse y está en desarrollo...
Maestra... Esto es a lo que se refería, ¿no es así?
Una de las tantas cosas que usted me pidió que hiciera...
Vigilar que todo se lleve a cabo... Encontrar la manera de hacer que la verdad sea revelada...
Pero, aún hay tanto por hacer, tanto por investigar...
Y además, esas flores tienen que madurar y crecer aún más...
Definitivamente, iré a a buscar a Erika en estos días...
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