🌺Capítulo 24.5🌺

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Liars, Painful Melody

Extra — Capítulo 24.5

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Mondstadt — Mondstadt

15 Años Atrás

Su paso se cortó, la gran barrera de Viento apareció frente a él al querer seguir corriendo y escapar de una vez por todas de las Tierras que estaba pisando. Era obvio, un simple humano no podría vencer a los poderes de alguien como él Arconte de la Libertad, el gobernante que todo veía y todo escuchaba a través del suave silbido del viento.

Retrocedió algunos pasos, su postura igualmente no cambió, tenía que defenderse a toda costa, pero sabía que mientras tuviera entre sus brazos a esa pequeña bebé, no se atreverían a ponerle un dedo encima.

La chiquilla soltaba pequeños gemidos de vez en cuando, tal vez por los movimientos bruscos que a veces su captor realizaba, pero nunca dejaba escapar el llanto. Ahora mismo, sus ojitos rojizos estaban enfocados en el rostro del hombre que buscaba que hacer para poder escapar, manteniéndose tranquila durante ese tiempo, por alguna razón, él no le causaba temor.

Había ido a las Tierras de la Libertad con el único objetivo de llevarse a la pequeña que ahora tenía en sus brazos. Pará él no había sido difícil entrar en el hogar de la familia más rica y poderosa de Mondstadt, encontrar a esa niña y salir corriendo, pero el plan no había resultado del todo perfecto.

Había sido alcanzando por otro par de ojos rojizos que de inmediato avisaron de la intromisión con un grito al señor de la casa.

Sabía que el magnate vinicola no era un simple comerciante, si no que también era un implacable guerrero en el campo de batalla, mucho más si se trataba de defender a sus dos pequeños hijos. La persecución había sido larga, sus habilidades le habían dado la ventaja de poder adelantar su paso, pero ya sabía de sobra que sería muy difícil poder irse de esa nación con su misión cumplida.

La barrera se había extendido de forma que era imposible escapar, así que poco a poco se fue resignando, sobre todo cuando escuchó los pasos firmes sobre la hierba.

—No tienes a dónde ir... Será mejor que te rindas y me entregues a mi hija...— escuchó, el pelirrojo alzaba su espada en contra del extranjero.

—¿Se atrevería a atacarme teniendo yo a la pequeña en brazos, Señor Ragnvindr?

—Es obvio que no, pero, ¿Qué otra opción tienes ahora mismo?— mencionó, acercándose lentamente.

—Su Arconte... Escuché que Barbatos no se ha presentado en mucho tiempo aquí en Mondstadt... El hecho de que preste atención a este tipo de situaciones me hace pesar que al menos no me equivoqué de bebé...

—Nuestro Dios está cumpliendo su parte en esta ecuación... De la cual veo que usted está bastante familiarizado...— su tono era fuerte, pero a la vez sereno —Si no le molesta... Me gustaría saber el por qué...

El hombre suspiró profundamente, volteandose por fin en dirección hacia el pelirrojo, encontrándose cara a cara con el rostro de ojos rubíes. Sus brazos acomodaron mejor a la pequeña niña que había reaccionado a la voz de su padre, pero también a las leves caricias que le brindaban quien la cargaba en ese momento.

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