Día 17 - Olor

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Hyunjin no es una persona que disfrute los dulces, hijo único, portador de las expectativas familiares, no solo recibe una educación perfecta, si no una alimentación acorde a sus necesidades de crecimiento donde por supuesto el consumo de dulces no esta permitido.

A la larga el solo percibir cualquier aroma dulce lo incomoda y disfruta de no extrañar dicho tipo de alimentos.

Crece acorde a lo esperado por sus padres. Estudio leyes esperando en un futuro ser fiscal y a la larga ser juez para poder postularse para presidente.

No es lo que realmente hubiera querido ejercer, pero aprende pronto que en esta vida no venimos a hacer lo que queremos, si no lo que debemos y su deber con sus padres dado todo el dinero que invirtieron en su educación es hacerlos millonarios y orgullosos de sí.

Tiene cerca de un año trabajando como abogado auxiliar de un fiscal, un puesto importante para su corta edad y dado que pasa mucho tiempo ahí, conoce los establecimientos de comida cercanos, por lo que le es fácil identificar cuando se abre una nueva cafetería por la zona.

No es cualquier zona, dado que hay muchas oficinas alrededor las rentas son considerables, razón por la que le extraña que el establecimiento no pertenece a ninguna franquicia conocida, sino que parece un lugar completamente fuera de sitio. Lleno de calidez y un toque personal, nada parecido a los edificios fríos a su alrededor.

Un día que se encuentra con un poco más de tiempo, decide asistir al lugar y se sorprende al ver que pese al poco tiempo que tiene de abierto, se encuentra concurrido.

Su primer pensamiento lo hace creer que el rubio sonriente en la barra es la causa de ello, pero ese pensamiento desaparece pronto al probar la comida y el café del lugar. Asiste un par de veces antes de decidir que prefiere pasar el tiempo ahí revisando papeles que encerrado en su oficina, el ambiente del lugar es agradable y las constantes risas de los meseros que parecen ser acosados con frecuencia tanto por hombres como mujeres, aligeran sus pensamientos ocasionalmente, haciendo el trabajo más fluido. El problema se vuelve cuando su vista se cruza con la visión del rubio en la barra, con la sonrisa natural que vive en sus labios en forma de corazón, cuando se pierde en las mejillas llenas de pecas, cuando sus pensamientos desaparecen para darle paso al sonido relajante de su voz.

Ha estado tanto tiempo leyendo un caso realmente complejo que no se da cuenta de que los minutos han pasado hasta que ve que alguien deja un plato con un brownie a su lado. Al levantar la vista se sorprende de ver al rubio a su derecha, la sonrisa en sus labios es aún más hermosa de cerca.

- No has comido nada, eso no ayudara a tu concentración. – dice a modo explicación.

- Oh lo siento, no pretendía estar aquí sin consumir – se disculpa el pelinegro, mal interpretando su gesto.

- ¡No, no! No es lo que quise decir, en verdad me he preocupado por ti – confesó sin pensarlo, sonrojándose apenas se dio cuenta.

La confesión lo sorprende y solo puede mirar al chico que parece en medio de un dilema.

- Gracias, es muy amable de tu parte – dice entonces para quitarle importancia al tema. Mira el nombre en su broche de identificación – Felix.

- Cortesía de la casa – dijo el chico antes de irse de ahí.

No se atreve a decirle que no come dulces, pensó que era suficiente tortura para el pobre chico por ese día, así que terminó por envolverlo en una servilleta para guardarlo y llevárselo a casa.

De camino, es consciente de que el aroma a chocolate lo persigue, pero sobre todo se da cuenta de que a diferencia de muchas otras veces, el olor no hace se le revuelve el estómago, contrario a ello parece que tiene verdaderamente la curiosidad por probarlo.

En casa, abre la servilleta y deja la porción de pan sobre la barra, mirándola como si se trata de algún bicho extraño al cual necesita analizar.

Se acerca al brownie y lo olisque en varias ocasiones, comprobando que verdaderamente el olor no le causa nauseas. Precavido, toma una pequeña porción entre sus dedos y lo lleva a su boca, probando.

Repentinamente, como sus varias neuronas de su cerebro hubieran hecho conexión después de un largo tiempo, el sabor dulce le estimula el paladar, y sin pensarlo, pellizca una porción más grande para llevarla a su boca.

Grande es su sorpresa cuando se percata de que se a terminado el postre sin tener ningún tipo de reacción negativa al respecto. Sin confiarse aún, acerca un vaso con agua y pastillas por tiene malestares por la mañana, pero despierta saludable como cualquier otro día.

Aun cuando el evento le causa sorpresa, decide no tentar a su suerte y visita el local hasta varios días después, dispuesto a probar nuevamente ese particular postre.

Le sorprende que sea Felix quien se acerque a anotar su pedido, ya que regularmente él se mantiene detrás de la barra.

- Buenas noches – saluda sonriente como siempre – ¿Qué le gustaría ordenar?

- Americano helado y un brownie, por favor –

- Enseguida se lo traigo – dice, no obstante, permanece ahí un par de segundos – Disculpe, quisiera pedirle una disculpa por la vez pasada que estuvo con nosotros, no era mi intención invadir su privacidad, lamento si lo he incomodado de alguna manera – terminó de decir, haciendo una inclinación con la cabeza a modo de disculpa.

Hyunjin le miró unos segundos, comprendiendo el porque era ahora él le atendía, pero también entendió que le estaba diciendo eso porque había notado su ausencia esa semana.

- Parece que estás al pendiente de mis visitas al lugar – comentó casualmente.

Felix se puso completamente rojo y abrió los ojos con sorpresa, confirmando su teoría.

- ¡No es así! – dijo con la voz en un interesante tono agudo – Solo creí que sería bueno disculparme.

El pelinegro lo miró nuevamente a detalle. Hacía años que había descubierto que era bisexual, sin embargo, estaba muy ocupado en su vida profesional como para darle tiempo al área sentimental.

Ahora de la nada se aparecía este agradable chico coqueteándole como si fueran colegiales y por alguna razón eso no se sintió nada mal.

- Si quieres disculparte, tal vez deberías salir conmigo entonces – concluyó y haciendo su jugada, para asegurarse de que estaban en la misma sintonía, tomó la mano del rubio con la suya.

Felix saltó en su lugar, no obstante, no busco soltarse en ningún momento. Intento responder un par de veces sin emitir sonido alguno, luciendo solo como un pez fuera del agua.

- ¿Eres tú quien cierra el local? – preguntó aún con su mano cautiva, el rubio solo asintió con la cabeza – Entonces me quedaré aquí para esperarte a que termines. – concluyó por el otro, dándose el permiso de besar el dorso de su mano.

Tan pronto soltó su mano, el rubio contrajo su brazo, todavía sorprendido por sus acciones.

- Por cierto, hueles a brownie – dijo con una sonrisa maliciosa en los labios – y justo en este momento, tengo mucha hambre.

Lo vio irse sin dejar de sonreír, sobre todo cuando al volver detrás de la barra, se dio cuenta de que los demás meseros se acercaron a él y tras compartir algunas palabras, lo volteaban a verlo. Les guiñó el ojo y el grupo entero se giró haciéndolo reír.

Cuando su pedido llego algunos minutos después de manos de uno de los meseros habituales, comprobó nuevamente que el aroma del pastelillo no le era incomodo y al dar una mordida a este, su mirada se cruzo con la de Felix, manteniéndola hasta que trago el bocado, viendo como la manzana de Adán del rubio se movía en su garganta al tragar saliva tan duramente, Dios, ¿Cómo es que un adulto podía ser tan lindo?

Definitivamente el olor a brownie sería su favorito a partir de ese día. 

Hyunlix - Inktober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora