Siete vampiros...
Una cazadora...
La muerte de un ser amado...
Jinx esta acostumbrada a romper las reglas, a seguir su camino según su creencia. Fuerte capaz de valerse por su propia cuenta.
Jinx se acaba de mudar al pueblo más introvertido que ha...
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"Capítulo 14"
"Al final una mala decisión tiene consecuencias"
Una tarde salí a dar un paseo por las colonias del pueblo. Zack había viajado a Seúl a encontrase con un amigo de su padre (ex militar) él nos facilitaría la venta de balas de plata. Era lo único que nos faltaba para terminar con la mayor parte de las cosas que habíamos armado para un plan casi perfecto.
Tenía días sin salir a caminar, así que decidí darme la vuelta por el vecindario. Como siempre todo estaba normal, muy apagado, como si en este pueblo no existieran personas viviendo aquí. Me preguntaba de qué vivía la gente de este lugar. No había nadie por las calles, incluso el interior de algunas casas lucia vacíos. Todo aquí era bastante extraño y, no me sorprendía en lo más mínimo. Hasta podría jurar que sabían exactamente lo que sucedía. Me dispuse a observar los alrededores, los lugares escondidos y lugares fuera del alcance para una persona normal. Estaba tan concentrada que no me percate de cuanto había avanzado por el vecindario. Sin darme cuenta había llegado a un pequeño espacio de juegos infantiles, donde había un par de niños jugando en los columpios. No había ningún adulto responsable de los niños, algo que llamo mi atención de inmediato, sobre todo sabiendo que este lugar estaba infestado de vampiros. Aún se filtraban algunos ligeros rayos del sol, muy pardos y opacos, pero a lo lejos se asomaba la penumbra de la noche. ¿Quien en su sano juicio dejaba jugar a sus niños solos? ¿Y porqué estaban solos?
Decidí quedarme y al ver que no habia nadie quien pudiera protegerlos, pues quise echar un vistazo para cuidarlos. Me fascinaba lo tranquilos que estaban, sonriendo a carcajadas y jugando entre la resbaladilla, columpios y pasamanos. Felices, sin preocupacion, sin temor alguno como debía de ser. Subían y bajaban de la resbaladilla. Sonreí al verlos jugar de esa manera, recordé todas las veces que Jamy y yo jugamos en aquel parque que solíamos frecuentar con papá. Por las tardes después del trabajo, papá solia pasar por nosotras, nos llevana a un parque cerca de la casa, durabamos horas en los columpios. Recuerdo, que me peleaba con Jamy por acaparar la atención de papá, yo solia molestarme por eso. Hacía mis berrinches, me tiraba al suelo y lloraba por caprichosa y chiflada.
No pude evitar soltar la risa al recordarme de niña.
Luego de un rato observando, vi a una chica caminar cerca de los juegos, era una chica de cabello negro, y delgada figura, muy alta y de piel palida. Se movió muy rápido entre los juegos, camino cerca de los niños, les lanzó un par de sonrisitas que ellos correspondieron amablemente. Los miraba como si fueran almuerzo. Se paro junto a ellos y con un par de dulces que llevaba en sus manos los invito acercarse. Ni tarde ni perezosos bajaron de la resbaladilla corriendo. Ella se puso de rodillas y comenzó a repartirles una bolsa de dulces que sacó de una pequeña mochila que colgaba de su hombro. No me moví ni un centímetro, la observe sin pestañear. Algo en ella no me latía, pero como estaba algo retirada y con la noche ya encima, no podía distinguir bien su rostro.
