Siete vampiros...
Una cazadora...
La muerte de un ser amado...
Jinx esta acostumbrada a romper las reglas, a seguir su camino según su creencia. Fuerte capaz de valerse por su propia cuenta.
Jinx se acaba de mudar al pueblo más introvertido que ha...
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"Capítulo 28"
- ¡Están aquí! - dijo con una voz profunda pero a la vez temblorosa.
No sé cuantas sensaciones recorrieron por mi cuerpo, desde el terror hasta la ansiedad que sentía en estos momentos. Todo estaba en absoluto silencio. Es como si su sola presencia paralizará al mundo.
Jungkook me extendió la mano y la sostuvo con fuerza.
- Pase lo que pase no te dejare, escuchaste... No bajes la mirada, no temas... ¡No pienso dejarte nunca más! - de nuevo sus labios tocaron los míos con la misma ternura y pasión que lo hizo la primera vez.
Se giro y dio un paso, pero antes de que continuará lo detuve. Volvió hacia mí y se quedó atento.
- Prométeme que respetaras mis decisiones - si algo estaba segura era que no iba a volver a permitir que le hicieran daño.
No fue capaz de sostenerme la mirada así que lo tomé por la mandíbula y lo obligue a que me viera fijamente a los ojos.
- ¿Escuchaste?
- No me pidas eso por favor - se giro y caminamos hasta la puerta de la casa.
Era un hecho ya no llovía. Y sí, era como si el tiempo se hubiese detenido en este preciso instante.
Finalmente salimos de la casa, afuera era un desatre total. Algo así como si hubiera pasado un tornado y se llevara todo a su paso. Árboles caídos, la casa destruida incluso los lujosos autos de los chicos. Me pregunté como es que el Lamborgini de Nam estaba colgando de un árbol.
Allí mismo estaban todos los chicos en línea, en posición de defensa, justo como en un juego de fútbol americano. Todos tenían algún rasguño o la ropa rota, excepto Nam que lucia impecable sin golpes ni ragaduras, simplemente como si no hubiera peleado.
Nos alineamos justo a lado de los demás vampiros aun lado de Taehyung y Jhope, quien no paraban de contar los vampiros formados al frente de nosotros. Fue ahí cuando los observe por primera vez. La Orden y la Guardia reunida en aquel campo abierto. Lo único que nos separaban de ellos eran esos veinticinco metros de distancia.
Estaban alienados unos detrás de otros, eran como unos cincuenta vampiros, entre hombres y mujeres. Vestidos de negros cubiertos hasta la cabeza como ninjas armados. Lo cual me pareció injusto en una batalla contra ocho vampiros sin armas y vestidos de traje.
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