🖤Capítulo 11🖤

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-¿Se le olvidó mencionar a Jes algo más? -gruñó el barón sin levantarse de la cama-. Además de lo evidente, por supuesto.
   
Smith lo miró de soslayo y apenas pudo reprimir una dura réplica, pues el ruido producido por las fuertes y furiosas pisadas de su hermano resonando en el pasillo le habían sacado de un placentero sueño. Fuese lo que fuese lo que le había puesto de aquel humor, probablemente tuviese que ver con el hecho de que, en lo que tendría que haber sido su noche de bodas, Mew ocupaba las precipitadamente restauradas estancias de Lord Kanawut… solo. Mientras que Lord Gulf todavía se encontraba en sus virginales aposentos, en el lugar mas alejado de Blackthorne Keep.
   
Aunque de esto último no estaba muy seguro y tampoco se atrevía a hablar de ello.
   
Al parecer la noche de bodas había sido de todo menos exitosa. No sólo había terminado pronto, sino que había dejado a Mew en un feroz estado de ánimo. Smith había escuchado a su hermano caminar de un lado para otro en la estancia contigua durante mucho tiempo, antes de oír el ruido de algo metálico golpeando la pared con violencia.
   
Siéndole imposible dormir a él también, había decidido ir a informar a su señor de lo que había podido averiguar en la fortaleza.
   
-Las gentes de Blackthorne aprecian a Kao y a algunos de sus hombres, pero no a los reevers -le explicó-. Al parecer no son más que unos salvajes sanguinarios.
   
-Eso no es nuevo -replicó Mew.
   
-Kao y sus seguidores llegarán a Carlysle Manor mañana.
   
Mew no se mostró muy satisfecho con esa otra noticia.
   
-Maldita sea -se impacientó-. ¿Por qué no me dices algo que no sepa?
   
-Lo único que puedo decirte en este momento es que te vendría bien hacer una visita a Tul -apuntó Smith con cuidado.
   
-¿Es tan obvio lo que me pasa? -preguntó el barón con una sonrisa pesarosa y un brillo irónico en la mirada.
   
Smith soltó una carcajada y señaló hacia la manta que no cubría del todo a su hermano.
   
-Lo cierto es que nunca te había visto así -contestó-. Debes haberle dado un susto de muerte a tu esposo. Ve con tu amante de una vez y mañana estarás de mejor humor.
   
-No tengo ningún deseo de estar con otro doncel que quizás también se haya acostado con Kao -le interrumpió Mew con brusquedad.
   
-¿Otro? -La sonrisa de Smith se desvaneció-. Luego, ¿es cierto? ¿Lord Gulf fue el amante de Kao?
   
-No hay modo de saberlo con certeza. -admitió el barón con un violento gesto de la mano-. Aunque él jura que no.
   
El gruñido de su hermano indicó su escepticismo.
   
-Sí -asintió Mew mordaz-. Yo tampoco creo que mi esposo admita nunca haber tenido algún amante.
   
-¿Así que dejas que duerma solo?
   
-Sólo hasta estar seguro de que no está esperando un hijo.
   
Smith hizo una mueca antes de hablar.
   
-Me gustaría pedirte un favor.
   
Una de las cejas del barón se levantó en una silenciosa pregunta.
   
-Envíame de nuevo a Tierra Santa -le pidió Smith.
   
-¿Cómo?
   
-Será menos difícil que estar a tu lado mientras esperas.
   
Mew frunció el ceño.
   
-O mejor -continuó Smith-, salgamos en busca de los reevers. Seguro que te ofrecerán la pelea que buscas.
   
-Prefiero quedarme al lado de mi esposo.
   
-Tul podría ser un buen sustituto.
   
El movimiento de uno de los hombros de Mew desechó la sugerencia.
   
-Entonces uno de los campesinos -aventuró Smith.
   
-Basta.

Nadie, ni siquiera el hombre que era a la vez amigo y hermano, le llevaba la contraria a Mew cuando usaba ese tono. Así que Smith cerró la boca y esperó.
   
-¿Está Jes con los reevers? -inquirió el barón después de un largo silencio.
   
-Todavía no. Llevará tiempo infiltrarse entre ellos. Son un clan cerrado.
   
-Mantenle aquí, entonces. Podrá informarnos de cualquier signo de malestar entre los pocos caballeros que todavía le son fieles a Lord Kanawut.
   
-Dudo que nos causen problemas; tienen demasiados años para molestar a nadie.
   
-No obstante, ocúpate de que cada caballero tenga un terreno lo suficientemente grande como para mantenerse a si mismo y a su familia, de acuerdo a su rango y sus años de servicio.
   
-Así se hará.
   
-Procura también que cada uno tenga un buey y un arado, madera para construir, cuatro ovejas, una vaca, semillas, aves, y algunos conejos tan pronto como se reproduzcan los que trajimos de Normandía. Es una locura que falte carne en estas tierras.
   
Smith escuchaba mientras Mew continuaba con la lista de necesidades para establecer un pequeño feudo. Como siempre, las instrucciones de su hermano sobre los detalles le fascinaban. Ya fuese en la guerra o la paz, el barón estudiaba los problemas que se presentaban desde todos los ángulos, forjaba un cuidadoso plan para vencerlos y siempre lo llevaba a cabo con éxito.
   
-No olvides las ollas para cocinar. Son más valiosas que el oro -concluyó finalmente Mew.
   
-Cualquier cosa que mantenga contento a un esposo es más valioso que el oro.
   
El barón le lanzó a su hermano una mirada fría, que fue respondida con otra en la que se mezclaba la diversión con la comprensión.
   
-¿Algo más? -preguntó Smith.
   
-Sí. Dile a Jes que no pierda de vista a mi esposo. Quiero estar seguro de que no ve a nadie que no sean sus sirvientes.
   
-¿Crees que intentará acercarse a Kao después de haberse casado contigo?
   
-Gulf es la clave de todo lo que siempre he deseado -le recordó Mew, tajante-. Hasta que esté seguro de que está criando a mi heredero, no dejaré de vigilarlo.

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