Mientras Mew y Smith supervisaban la partida de los reevers que habían elegido seguir a Vegas en lugar de permanecer con Kao, el anciano Mild y Gulf trabajaban en una de las amplias estancias de la torre de homenaje, atendiendo a los caballeros de ambos bandos que habían resultado heridos durante el largo día de juegos. La enorme habitación se había convertido en una improvisada sala de curas, ya que el gran salón estaba siendo preparado para el banquete.
-¡Ay! -exclamó Kao, alejándose de las manos de Gulf-. ¡Eso duele!
Kao había insistido en que se le atendiera el último, ya que sus heridas no revestían importancia.
-Estate quieto -replicó Gulf-. No te quejabas tanto cuando la espada de Mew descansaba en tu garganta.
-Pensé que iba a morir. ¿De qué habrían servido mis quejas?
El joven le dirigió una fría mirada. Por mucho afecto que le tuviese, le costaría mucho tiempo olvidar la imagen de Kao abalanzándose sobre Mew, dispuesto a poner fin al combate con un golpe mortal.
-Echa hacia atrás la cabeza -le pidió-. No puedo ver tu garganta.
-No sé si fiarme, Kana. No me gusta la frialdad de tu mirada.
Gulf estudió la mezcla de comprensión y diversión que reflejaban los ojos oscuros del que había creído su hermano, y sintió que parte de su tensión desaparecía.
-Si Mew puede perdonar la vida a un enemigo -repuso con ironía-, yo puedo perdonársela a un amigo.
Ignorando las apenas disimuladas sonrisas de sus caballeros, Kao hizo una mueca y echó la cabeza hacia atrás para permitirle a Gulf un mejor acceso a su cuello.
-Es sólo un rasguño -masculló Kao.
-¿Sólo eso? -se burló Gulf-. Con todo lo que te mueves y te quejas, pensaba que tenías la garganta completamente abierta.
Los soldados que quedaban en la estancia se rieron al ver a un delicado doncel reprendiendo a uno de los guerreros más temidos de toda Inglaterra.
-Id a cenar, caballeros -sugirió Gulf, alzando la mirada y dirigiéndoles una sonrisa-. Sir Kao se unirá a vosotros enseguida.
Mientras los hombres pasaban junto al joven en dirección al gran salón, éste se inclinó una vez más y empezó a palpar la garganta de Kao con cuidado.Kao había dejado a un lado su ropa de batalla y tan sólo llevaba unos pantalones de cuero. El cabello de Gulf, como era habitual, se había soltado y, cuando un grueso mechón
amenazó con entorpecer su trabajo, el herido lo atrapó, lo acarició levemente y lo sujetó tras la oreja del doncel. El despreocupado gesto decía mucho de la larga familiaridad existente entre el hijo bastardo de Lord Kanawut y el señor del castillo de Blackthorne.
Con ojos entrecerrados, Mew observó a Kao y a Gulf desde la entrada. Cada vez que tomaba aire, se decía a sí mismo que no había motivo para los celos que sentía como plomo fundido en las entrañas. Aun así, ver cómo su esposo recorría la gruesa columna que formaba el cuello del guerrero en busca de heridas, daba fuerza a cada rumor que había escuchado sobre ellos incluso antes de llegar a Blackthorne.
«El prometido de Kao».
«El amante de Kao».
«El brujo espera, sonriendo y aguardando el momento oportuno».
-Estuviste muy cerca de morir -dijo Gulf en voz baja.
-Sí. -Kao tiró de otro mechón suelto y le sonrió con cariño-. ¿Me habrías echado de menos, Kana?
-¿Hace falta que responda a esa pregunta?
Kao rió y trató de colocar el mechón rebelde trás la oreja de Gulf, con total naturalidad, sin que el joven protestase por la familiaridad del gesto.
«Existe afecto entre ellos».
«Sólo simula estar satisfecho con su frío señor normando».
«El brujo sonríe y aguarda el momento oportuno».
-¡Ah! Maldita sea, no aprietes tan fuerte. ¿Acaso intentas acabar lo que tu esposo empezó?
-¿Estás seguro de que no tienes problemas para tragar? -insistió Gulf.
-Estoy seguro.
-Has tenido suerte, Kao Noppakao.
-Sí -asintió Kao, serio-. Pero nunca tendré un esposo como tú, Kana.
-Deberías alegrarte -ironizó Gulf-. Pregúntale a Mew. Soy tal problema para él que incluso me ha regalado joyas con cascabeles para saber dónde estoy en cada momento.
-¿Es cruel contigo? -preguntó con voz grave.
-¿Con su esposo glendruid? ¿Su única esperanza de tener herederos legítimos? ¿Acaso te ha parecido mi esposo un hombre estúpido? -Un matiz de amargura teñía la voz del joven.
-No. Posiblemente es el hombre más astuto que conozco.
-Así es. Y no. No es cruel conmigo. Mis cascabeles, después de todo, son prácticamente iguales a las de sus magníficos halcones peregrinos.
Kao se rió a carcajadas.
Gulf, sonriendo al tiempo que reprendía al guerrero y le exigía que se estuviese quieto, aplicó un bálsamo sobre las diversas magulladuras que habían aparecido en el musculoso pecho de Kao.
«Aguarda el momento oportuno y espera al hombre que siempre ha amado».
-Si tuvieras cualquier problema para tragar, acude directamente a mí -le advirtió Gulf, aplicando un poco más de ungüento sobre un moretón en el hombro de Kao.
-Siempre lo hago, Kana. No hay mejor cura para una herida que sentir tus manos sobre ella.
Mew se quitó el yelmo y lo dejó sobre una mesa cercana con tanta fuerza, que la cerveza de la jarra que Smith había dejado para que los caballeros bebieran se derramó.
Sobresaltado, Gulf alzó la vista y sus ojos verdes examinaron a su esposo en busca de heridas ocultas; pero lo único que vio fue la ira glacial que le recorría y que le hizo ser consciente de que estaba de pie entre los musculosos muslos de Kao. El rubor tiñó de pronto sus mejillas y retrocedió apresuradamente.
Kao se volvió entonces con rapidez y miró a Mew. La expresión en el rostro de su señor dejó claro que no estaba en absoluto satisfecho de encontrar a su esposo solo con un hombre medio desnudo.
-Ahora ya sé por qué me has concedido esa gran extensión de tierras a tres días de viaje de aquí -dijo Kao, dirigiéndole una sonrisa burlona.
-Asegúrate de partir pronto hacia ellas -replicó Mew en tono gélido.
-Así lo haré. Me gusta conservar la cabeza justo donde está.
Kao se levantó y abandonó el solar dando rápidas zancadas y colocándose, al mismo tiempo, el manto sobre los hombros. Los fríos ojos grises del barón permanecieron clavados en él en todo momento hasta que desapareció.
-Le ordené a Lhong que te preparase un baño -dijo el joven rompiendo el opresivo silencio que se había instalado de pronto en la estancia-. Ya debe de estar listo. ¿Quieres que te ayude?
-Sí. Quiero descubrir tu «tacto sanador» por mí mismo.
Las palabras fueron como un latigazo para Gulf.
-No tienes ningún motivo para insinuar que aquí ha ocurrido algo indecoroso -protestó furioso.
Mew arqueó una ceja con expresión escéptica.
-No hay nada entre Kao y yo. Nunca lo ha habido -insistió el joven-. ¡Dios mío, llegué virgen a tu lecho!
-Sí, pero un hombre no puede estar seguro de la fidelidad de su esposo por siempre, ¿verdad?
-¡No puedo creer que dudes de mí! -exclamó dolido.
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Indomable. 🦅🖤
FantasyIndomable. 🦅🖤 Sinopsis: El peligroso y enigmático guerrero Mew Suppasit regresa a Inglaterra colmado de gloria y riquezas obtenidas en las Cruzadas, para reclamar su recompensa: el hermoso doncel Sajón que le ha sido destinado por el Rey. Sin emba...