La música en el restaurante aligera el ambiente tenso que dejo Vieira antes de salir de la cocina. Tan solo espero que este el tiempo suficiente para no tener las ganas de mandarlo a comer mierda cada que me regaña, siendo el foco de todos sus enojos. El cansancio es demasiado que tan solo deseo dejar todo esto, para correr hacia la primera superficie suave y dormir durante horas, días o hasta que sentirme con vida.
La melodía que suena anima a mi cuerpo a bailar, pero el hacerlo sería perder la concentración. Espero que la salsa siga reduciéndose mientras los cortes de carne son puestos en sus respectivos platos ovalados. Saco la salsa para ver al primer chico que empieza a bañar los cortes uno a uno mientras le sigue otro que deja un pequeño pudin de calabaza. Me alejo del camino acercándome donde se encuentran las parillas libres sintiendo el calor que emana de ahí.
― Não se esqueça do limão cristalizado. (¡No olviden el limón cristalizado!) ―grita Anton desde el otro lado mientras prepara pasta.
Un grito en la otra esquina llama la atención de todos, más en específico la de los que quedamos libres al terminar nuestra última ronda. Distingo la cabeza rapada de Jared que grita como una niña ante lo que sea que esté pasando. Entonces lo entiendo al reconocer la canción que empieza a sonar. Mi cuerpo vibra de energía renovada, es como si ese episodio (ósea Vieira) nunca hubiera pasado.
Reconozco la canción por la cual "conectamos", sus palabras no las mías. A veces me pregunta si la vida pone a gente especial en mi vida, porque a cada persona que conozco lo hago de una manera peculiar. A Jared lo conocí por Sandy, que tuvo la grandiosa idea de poner adrenalina en mi vida y me llevo a unas carreras clandestinas donde su mejor amigo corría. Espere de todos los tipos de saludos, menos el que hizo él.
«Pero es Jared.»
― Nice to meet you, where you been? ―canta con una paleta de madera ― I could show you incredible things.
― Magic, Madness, Heaven...
Cantamos sin un atisbo de vergüenza siendo la diversión de los demás. Nos movemos al ritmo de la música sin que la distancia que nos separe importe. Julieta se acerca tomándome de la mano para bailar. Teniendo la certeza que no soy un estorbo para los demás bailo con ella cantando a todo pulmón pidiéndole a Dios que nuestras voces no salgan de la cocina.
― Love's a game, wanna play?
Por un momento es como un dejavu, estando en el restaurante en compañía de Erick, mientras los demás nos ocupábamos de dejar todo limpio. Kev había tenido la grandiosa idea de poner música, y todo quedo en el olvido. Cuando lo único que valía la pena era bailar, era gritar, era reír. Era ser tan feliz con algo tan simple que me llegue a quedarme sin aire antes las risas de ver a Joel bailando.
«Extraño eso.»
Suelto a Julieta bailando por mi cuenta sintiendo un calor en todo mi cuerpo. Una risa en general me hace reír y me siento feliz, es como si todo se haya esfumado dejando esta sensación de alegría. Pareceré una loca, pero momentos como estos me quitan el aliento, me hacen olvidar todo y ser solo esa Marley que extraño.
― ¡Comece a trabalhar Connell! (¡Ponte a trabajar Connell!) ―grita esa maldita voz en mi oído.
Ni siquiera lo vi llegar. Mi primera reacción es gritar, la segunda es saltar y huir. Y lo hago, tan solo no veo hacia donde lo hago. El giro brusco hacia la voz me hace tambalear y estiro el brazo agarrándome de lo primero que toco. Grave error. Con la misma rapidez con la que me sostengo me suelto, ante el calor que se irradia en una parte de la palma de la mano.
― Porra (Mierda.) ―suelta él.
Su reacción es rápida mientras empuja mi muñeca que se queda atorada. Me muevo rápido sintiendo el agua fría sobre la piel viendo hacia la parrilla donde se encuentra una pulsera. Veo mi muñeca para ver solo la mía sigue en su lugar. Ignoro sus voces alejándome tomando la pulsera que está rota. Sintiendo una mano en mí brazo y veo con enojo al idiota que empiezo a odiar.
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The Stars Guide Me To You | +18 | L2
Roman d'amourEl destino se encarga de reunir a personas, ya sea para estar con nosotros en cada paso que demos. O tan solo para enseñarnos que somos humanos y cometemos errores. En un mundo donde hay millones y millones de personas, donde las estadísticas dicen...